No somos precisamente los únicos confinados de un virus que es nuestro y solo nuestro por mucho que digamos y del que nuestras mascotas, sufren y pueden incluso enfermar pero en absoluto son transmisores... Niños, abuelos, mujeres maltratadas, sin techo y por supuesto, sanitarios, dependientes... son entre los humanos los que más soportan el peso de la pandemia... pero nuestras mascotas también como agentes pasivos y se preguntan por este cambio de costumbres que les impide salir con la misma asiduidad, espacio y tiempo y por qué hemos variado nuestro hábitos hasta llevar mascarillas y guantes, trabajar en casa, estar confinados en ells como enfermos convalecientes y nos lavamos con agua y jabón tan a menudo y cada vez que entramos y salimos... Nuestros perros, como mi Bagheera, se preguntan y seguro que ya han adivinado que aquí pasa algo y que no solo no es normal sino que es grave... Retrataré esta sintomatología con una imagen poemada, el retrato de Bagheera a tinta confinada y el poema que me sugiere...
Presa también, mi perra está aburrida...
Sombra, nos persigue donde vayamos...
Echada en el suelo nos la encontramos
esperando el paseo o la comida.
Y el paseo se acorta en la medida,
poco le entusiasma que salgamos
porque cerca de casa es donde vamos
y se pregunta por esta movida
que campo, bosque y playa está vedado
y estamos siempre en casa como presos,
sombras que deambulan como enfermos
y trabajan en casa con candado,
y pasean su hastío casi obseso
anclados y tristes equinodermos
y se pregunta qué es lo que hemos hecho
para cambiar todas nuestras costumbres,
por qué hemos abandonado las cumbres
y la Natura se ha vuelto casa y techo...
Por qué las calles vacías, los guantes,
las mascarillas y la desconfianza,
tanto jabón y agua y tanta danza
y este trajín que no existía antes...
para sobrevivir tan tristemente
como presos en las celdas umbrías
viendo pasar las horas y los días
sin poder liberar cuerpo ni mente.
Añora pues, la Libertad perdida
que percibe tediosa y aburrida.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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