jueves, 29 de octubre de 2015

LLAVERO UNIVERSAL DE LA EXISTENCIA

Como un muestrario de llaves universales para abrir los soportales fundamentales, estas cuatro, distintas, únicas e imprescindibles, no sólo abren su pilar sino que, amén de dar sentido a nuestra existencia sino que nos hacen en sí mismo sentir vivo como fuentes de energía vital y como luces inagotables de la búsqueda incesante que constituye el vivir.

Con sentido de hibridaje, combina el pictograma caligramático en donde la llave esconde el nombre de la puerta vital que abre, inicia el camino y da pie a su enigma, que continúa en poema manuscrito. Y se encierran en una estrofa manuscrita de prólogo e introducción y en la final de epílogo.

La primera llave, superior y a la izquierda es la del amor como expresión que funde el sentimiento que impulsa nuestra querencia irrenunciable de vivir con el placer de los sentidos y que oculta en la sensibilidad sensual carnal del sexo todos los demás placeres directamente asimilados a los sentidos corporales. el gusto (por la comida, por la bebida...), el tacto, la vista extasiada de contemplar todas las bellezas que la Naturaleza y el Arte ofrecen como la de la propia belleza animal de los seres que nos atraen sensualmente, el oído por la música, la poesía, los sonidos placenteros provengan de donde provengan y todos aquellos que excitan la energía, la vitalidad y el placer, se unan a otros sentidos, como hace la danza y el baile, o partan de la misma Naturaleza y el olfato con olores, los aromas y los perfumes...

La segunda llave, a su derecha, es la del conocimiento, el ansia inagotable de saber, de saberlo todo, hasta el más mínimo detalle como un ansia no sólo de conocer el Mundo, su origen y funcionamiento, sino también, de conocernos a nosotros mismos y a nuestros semejantes y a todo cuanto existe en el mundo físico y en el mental. Saber como pozo sin fin, sin medida, ni tiempo. Saber, con mayúsculas... No para ser un dios, sino para saber cuán lejos estoy de serlo ni alcanzarlo nunca...

Así descendemos a la llave de la palabra, bajo las anteriores, y en su centro (a la derecha de la más inferior en posición, que no en importancia). Allí reside el poder de la comunicación, de la empatía, de la descripción, de la simbiosis inmediata con la razón y el sentimiento, con el espacio y con el tiempo que no renuncia a la hipnosis y que deambula desde la razón a la subjetividad sabiéndose decir en cada instante.

La cuarta es la llave de la creación continua, el arte que busca y traduce la belleza de la razón y de los sentimientos sin renunciar al tiempo ni al espacio ni al azar con el que juega y se envuelve, que lleva a la palabra y al diseño a conectar con el origen pasional de la primera llave y cierra el círculo de una identidad protagonista de sí misma allí donde puede atisbar y hacerse presente.

Tras ella la declaración de intenciones y de hechos que da sentido al viaje de mi vida.

El poema. Mi poema, dice así:

Muéstrame del mundo sus ocultos secretos.
Yo encontraré tus llaves escondidas
con las que abrir corazones y vidas,
paisajes indefinidos, rincones escuetos...

La llave del Amor con mi deseo,
para abrir tus labios de ardiente fuego, 
la serpiente de tu lengua indagadora,
los Montes de Venus, tersos, siento y veo
y el cráter de la pasión, lava en su riego,
sinuosa tentación perturbadora.

La llave del Saber, cosmos abierto.
Del Mundo me interesa todo y todo.
Con todos los cajones, su acomodo,
los nexos, las razones y lo incierto
con todos sus laberintos arcanos,
sus cielos, sus abismos inhumanos,
la música de tan bello concierto.

La llave de la Palabra y su doma,
el poder de persuasión y encantamiento,
el bisturí  con que indago lo que siento
y la razón de cuanto pienso coma 
a coma...

La llave de la Creación más pura,
de hacerla bella, razón, sentimiento.
La huella del azar, experimento,
la pura sensación sin armadura
que sea evocación en la materia
y el alma que la siente y la recuerda.
Sangre de pasión corre en la arteria,
la belleza que se nace con su cuerda.

Todas las llaves quiero y todas uso...:
- ¡Dámelas, reloj, que voy y las pruebo!...
Que huir quiero con ellas de lo obtuso,
luz de la razón, corazón que nuevo,
tolerancia que huye de lo confuso
la suma terrenal que de la vida llevo.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

sábado, 3 de octubre de 2015

AQUELARRE

Si he estado ausente durante dos meses no es por algo distinto a las urgencias de la vida. Mi mujer sufre un colangocarcinoma hepático y me he visto atrapado en la marea de la supervivencia. Prisioneros de un hospital o los cuidados que bienvenidos serán si sale con bien de este trance, no he dejado ni un momento de crear poemas y relatos, pero hacer caligramas ya es otra cuestión. No se pueden urdir sin espacios de paz y serenidad, a oscuras o sin tiempo y a pesar de que escribir ha sido una constante que ha dado cientos de poemas sentidos, difícilmente las sinuosas líneas del diseño se abren paso a la incomodidad, el cansancio o la premura. 

Muchos han sido los tiempos y los espacios recorridos, dejaré tan solo un trazo sugerido por la visión de la muerte como esperpento que nos amenaza (es uno entre los muchos), pero no será un retrato surcado de imágenes sino de palabras que la sugieren. 

Aquí os dejo mi AQUELARRE, no porque sea el mejor, o la síntesis de un delirio, sino porque es el último de una larga serie de ellos con la Muerte danzando su carnívora infamia:

Desciende la escalera a los Infiernos...
Calor y frío se acumulan tercos,
círculos concéntricos, muros, cercos
donde se funden veranos e inviernos,

calderas de emoción, hordas de cuernos.
Lo que fueron ángeles son ya puercos
danzando eléctricos entre los cercos
al tam tam de Satán y de sus yernos.

Las llamas han de danzar tan frenéticas
como los brujos en derredor, locos,
y tu furor de asteriscos ardientes

desprenderá diez mil ondas magnéticas,
diamantes a la luz de claros focos:
la orgía de tus sinuosas serpientes

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ


Allí danza la Muerte en su esperpento, la caníbal, la asesina en serie disfruta de su Reino de fuego y de hielo donde los acerados cuchillos de las llamas rompen la negra zahína oscuridad nocturnal con la hipnótica Luna presidiendo desde su balcón celeste esta danza eléctrica mientras luce su infinito manto de brillantes...

Es la plástica de la desesperación y no la del magnetismo la que te incita a vomitar tus frenéticos fantasmas para que no cumplan sus oráculos hasta que las guadañas del reloj no hay dando completos los giros de su vértigo maldito. Y eso ha de ser, eso será en otro momento.