miércoles, 25 de junio de 2014

CON UÑAS Y DIENTES

Con uñas y dientes, garra de mí mismo, grito a esta sociedad que, como a todos los que sobreviven en ella, nos aniquila de rutinas, nos deshumaniza, nos esclaviza, nos aletarga hasta conseguir un esperpento de nosotros mismos, que se arrastra como una babosa para llegar vivos al instante siguiente mientras vamos abandonando el plasmático moco de lo que fuimos, lo que sentimos, lo que fueron (y nunca serán posibles) nuestros ideales, nuestras ilusiones y nuestras metas... Nada nos será reconocible y menos nosotros mismos. Por eso soy rebeldía, uñas y dientes que muerden para, al menos serme reconocible como persona que quiere sentirse viva.

El poema, mi poema, vertido en las sombras, reza así: 
Son ya mis manos gritos y zarpazos,
prolongación de mí y de mis latidos,
estiletes para escribir aullidos,
cuchillos que dibujan arañazos

y monstruos que se huyen de mis brazos
buscando aire en los versos torcidos
y en el papel, sangre de los vencidos
que vierte sus dolores en mis trazos.

Quiebro tras quiebro, la suerte me esquiva,
tampoco deja espacio a cuanto escriba...
Arando va la vida la piel blanda

surcos profundos donde las semillas
ignoran que serán vanas astillas
de un futuro que ante nada se ablanda.

Un caníbal que a sus hijos devora,
ser insaciable ausente de emociones
que acompasa el pulso en los corazones
al vaivén de los relojes en su hora

y va cumpliendo plazo sin demora,
nutriendo con su gen las provisiones
que al tiempo han de cercenar las pasiones,
mutilar las ideas, previsora,

de una Sociedad despiadada y fría
que no deja resquicio a la esperanza.
Mas late en mí aún la rebeldía.

A la conciencia me agarro con dientes
y uñas, pretendiendo regir mi danza
y vivir rodeado de serpientes.

Por eso muerdo, araño, regurgito,
mantengo la luz de mi mente abierta
y mantenerla crítica y despierta
para que nunca se apague mi grito.
Esta es mi zarpa, que siempre condena
al mundo injusto que nos encadena.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ