viernes, 14 de abril de 2017

GLORIA FUERTES, POETA DE GUARDIA (Homenaje en el centenario de su nacimiento)

Ahora que va a cumplirse el centenario de su nacimiento, un 28 de julio de 1917, conviene no olvidar, sino glosar la singular poesía de esta poeta de difícil ubicación en una generación concreta (y no tanto por su edad sino de las características de la misma). Una poesía de palabra llana, planteada como un juego, con puntos de paralelismo con la greguería de Ramón Gómez de la Serna, con ese punto de cruce entre la metáfora lírica, la ironía y la reflexión que también conecta con el vanguardismo de Edmundo de Ory o Juan Eduardo Cirlot. Su musa fue una mujer y más allá de la evidencia sexual, interesa la particularidad amable de una poesía vanguardista, con atisbos surreales y dadaístas y aspecto de naturalidad ingenua que se asoció a la infancia y a los niños a los que tanto amó y tanta buena literatura dedicó... Claramente nos mostró que la niñez no hay que perderla sino guardarla en el poso vital sobre el que reposa nuestra madurez.

El caligrama, mi caligrama, es claramente un pictocaligrama, en donde donde las letras de mi poema, claras y meridianas, muestras sobreimponerse al dibujo en una clara convivencia de ambas en las que dibujo y poema se complementan sin devorarse uno a otro, ni otro a uno, y representa su rostro, de rasgos claros, casi caricaturescos, con su sonrisa pícara y su bondad natural y su ingenuidad infantil que pasaba connaturalmente, de su rostro a su humanidad toda y de esta a su obra literaria...: poesía, poesía infantil, cuento...

En este mi sencillo y merecido homenaje, a esta gran y particular poetisa, el poema que lo integra, mi poema, glosa la figura mostrando sus características poéticas y utilizando como base el título de uno de sus poemarios, en este caso, una antología de su obra.

El poema que lo integra dice así:

Gloria, poeta de guardia escribía
de sí. Poetisa llana y circunfleja,
jugar con las palabras prefería
y la verdad pagaba a tocateja.

tenías un punto de greguería,
sorna poética, talla refleja
de lo que llanamente acontecía,
metáfora, algarabía, que deja

la lírica en la calle, cotidiana;
la sencillez preciosa de los lirios;
la ironía a flor de piel, una ventana,

asida al laberinto; tus delirios,
un punto de dadá y surrealismo
para indicarnos dónde está el abismo

invisible o visible, siempre alarma.
Por eso eran fuertes tus ideales.
Pintabas bien los rostros más reales
poniendo en la palabra fiel el arma

que a corazón y mente bien desarma
de ese catecismo de las banales
cosas que se nos dan descomunales
e insignificantes son en su karma.

Gustabas de la infancia y era un juego,
tu vida, tu verso, tus albos cuentos
de madeja liada en los asientos

de las palabras llanas y de apego...
Tu Parnaso será un columpio eterno
de olas donde no existirá el infierno

sino tú en la gloria de los más fuertes,
lleno de dulces espectros inertes,
fuera de este cosmos abstruso y ciego.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

miércoles, 12 de abril de 2017

BERLÍN, MURAL-I

Arrastrado por el laberinto berlinés, la ciudad es un puzzle de berlines destruidos, berlines renacidos y un Berlín nacido de la caída del muro de la vergüenza... Aquel convivió con una ciudad derruida que tuvo que lamer sus heridas hasta reconocerse nuevamente viva y aquel que clamó la caída del muro y la vuelta a ser una única ciudad libre y vital... La rebeldía se hizo imagen y grito en las paredes de las casas y en el muro que bordeaba el río Spree...

De la misma sucesión informe, este mural plasma mis gritos, paralelos a aquellos como un collage donde la aleatoriedad de los pedazos crea infinitas relaciones, pero cada uno de ellos es una proclama, un grito tan vital como autónomo por sí mismo, como ya proclamo, en su momento la escritura telegramática que inventó el futurismo, hizo suyo el ultraísmo y convirtió en pedazos el cubismo, para que el azar del dadá o del creacionismo le diesen el último hilvanado que daba al mensaje el sentido de un poema infinito y sin fin...

También este collage adquiere ese sentido y se constituye en portavoz del grito de la ciudad hecho mío para serlo también para una humanidad irreflexiva que va volviendo al carril de odio intransigencia que acabó en la vorágine de una guerra impía y brutal dominada por el fanatismo, el delirio y la histeria y al hombre a su negación absoluta como ser humano...

Aprendamos como Berlín, herida y aún acuciada de su propia pesadilla, para no olvidarla jamás ni volverla jamás a reproducir... pero cada vez parece menos ese el caso y cada vez nos aproximamos más a la histeria colectiva, al fanatismo que no conoce el freno a la violencia y a la venganza que nos autodestruirá.

Sea este un peldaño más para llegar a ese absurdo que pende sobre nosotros como una espada de Damocles.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ



martes, 4 de abril de 2017

DELEITES BERLINESES (JARRA DE CERVEZA NEGRA)

Dejemos aparte la tristeza sin olvidar a aquellos que estimamos y démonos un respiro... Volvamos al Berlín que visité y saboreemos un placer que pueda apartarnos del hastío y la tristeza... Sacado del mismo y cercano viaje, deleitémonos con el sabor frío, amargo con un punto de dulzor de una jarra de cerveza negra (que no es precisamente la única ante una buena comida, que siendo de allí, será contundente y disfrutemos sin más preocupación de este néctar, vengan o no las canciones que se corean en las tabernas berlinesas, bávaras y alemanas en general avanzando la larga mesa como un barco rodeado de olas de brazos elevados columpiándose en vaivén jarra en mano... despreocupémonos de este mundo de hastío, encendido de odios absurdos y renovados y de chispas saltando desenfrenados...: Bebamos...: Nada hay más alemán que esta fiesta dorada...

Néctar de los dioses naces...
Alma de lúpulo y cebada...
Malta, negra, vida coagulada
en la boca, de vida te deshaces.
Negra cerveza...
Bávara alemana...
Libera tú de aflicción mi cabeza.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Escoge tú si dorada, negra o tostada, de única fermentación, doble o triple... y a tu gusto, canta hasta ahuyentar los fantasmas de tu hastío y las telarañas de la monotonía... con una jarra de cerveza helada