miércoles, 31 de octubre de 2018

PAISAJES DE MI SOLEDAD, MONSTRUOS DE MIS AVERNOS


La imagen del pictograma caligramático muestra claramente mi fusión en la oniriasis con el surrealismo... Un paisaje desolado surgido directamente de los mundos subconscientes y delirantes que subyacen alimentados por la imaginación que hierve en la soledad habitándola de monstruos que nos son más que recovecos de mí mismo y mis obsesiones y mis pasiones, mis horrores y mis recovecos insondables y atormentados.

La imagen de mi pictograma caligramático esconde el inicio del poema que lo construye camuflado en las sombras y en los pliegos volumétricos y convierte la imagen en una imagen poemado cuando el poema continúa describiendo líricamente la imagen en un lenguaje tan surrealista como la propia la propia imagen... Así revela como la soledad, mi soledad trenza los delirios de imaginación llenándola de espacios intrigantes y monstruos frankensteins de la fusión de mis obsesiones oníricas...

Así reza el poema que primero la acompaña y definitivamente la describe directamente salida de las sugerencias de la imagen hasta reconstruir su propia historia:

No olvides que la soledad crea monstruos,
inventa espacios, teje fantasmas...
La soledad es donde habitan,
descorchados de orificios
y eres más tú mismo.

Enhebrada mujer mascarón de proa
se empina retorcida de dedos cruzados
en un Dalí vacío de bigotes de toro
entre un Marte de Samoa
y de labios de hipnosis en torso sin decoro
con su pétreo hijo de los denostados
sueños del pasado en el infinito,
obsesión eléctrica del tótem proscrito
y crece como un desierto de otros mundos,
elástico trenzar de mi imaginación
donde solo convivo conmigo
y transitan a pares astronautas del corazón,
vagabundos
                                       y mendigos ,
deambulando por esta inmensa prisión
hecha de abismo
y de miasmas...
Monstruos que no dejan resquicios
de los recuerdos que marchitan...
MONSTRUOS AL FIN...: MIS MONSTRUOS
en este espacio de delirio sin fin...

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

lunes, 15 de octubre de 2018

TITANES DEL ÁRTICO

La impresionante lucha por la vida y por la supervivencia del individuo y de la especie es el sello vital de la Naturaleza donde dramatismo, urgencia y crueldad no desdicen de la belleza de los protagonistas. La orca, una ballena asesina, es, en las frías aguas del Ártico, un océano que amenaza, por el cambio climático, con fundir las inmensas capas glaciares y los icebergs, y anegar los continentes en el calentamiento global, una máquina perfecta de matar de gran inteligencia y aerodinámica perfecta. Todos sus convecinos lo saben como se saben las víctimas de este implacable y letal asesino de los océanos y el narval, a pesar del afilado estilete dental, característico de aquellos lares, es una de sus presas preferidas y no precisamente la única. Sin duda la orca está llamada a colaborar en la creciente extinción de especies de la zona, de la que momentáneamente es clara especie beneficiada. Pero su beneficio es pura apariencia. No hay nada más imperfecto que una máquina de matar sin rival, que un depredador sin freno, pues su fuerza y voracidad puede ser, a la larga, la fatal causa de su propia extinción. Es una paradoja propia de la Naturaleza que ya se ha repetido infinitamente a lo largo de la aparición del Universo y, por supuesto de la aparición de la Tierra. Primero lo devora todo y no deja otra especie que la suya, que pasará a ser su presa, convertida en caníbal hasta que deje solo el/la más fuerte y voraz que, evidentemente, morirá de inanición una vez haya acabado con todos los demás...

Una situación que debería obligar al hombre a reflexionar sobre su papel de depredador supremo terrestre decidido a acabar con todo para poseerlo todo y absolutamente todo... ¡Lástima que después ya no podrá adquirir nada más ni clientes que hagan crecer su fortuna y su ansiedad y voracidad se transformará en hastío y el hastío en anquilosamiento acomodaticio y morirá víctima de su propia ambición sin límites... No hay nada más imperfecto y letal que la perfección supina... Todas las especies perfectas para su cometido, alimentación y relación con el entorno están abocadas a su extinción sin posibilidad de vuelta atrás... Basta con que cambien radicalmente las condiciones ambientales que lo sustentan...: Nadie hay más perfecto que el gran panda para el consumo de bambú... No tiene rival... pero, cuando se acabe el bambú, habrá acabado consigo mismo, no sabe ni quiere comer otra cosa...

Nosotros arrasaremos con todo, desequilibraremos, como ya estamos haciendo sin freno, la Naturaleza, el clima, el suelo, los seres vivos que conviven con nosotros, el medio de vida, la cultura... No hay duda de que acabaremos con nuestro mundo y con todo iniciando una evolución sin retorno hacia nuestra propia extinción... Somos orcas de nuestro océano y un peligro para todo y para todos... ¡Y más ciegos de ambición y de un desenfrenado carpe diem sin visión real de futuro ni con que realmente nos importe quiénes nos sucederán!. Solo nos importamos cada uno de nosotros mismos para nosotros mismos. Una especie que ni siquiera es consciente de que la desaparición de la especie sobreviene de un impulso anterior, instintivo y animal que no hemos racionalizado, impedidos de egoísmo e instantaneidad y de vivir la vida como una fachada en la que exhibirse ante el mundo, está por sí misma abocada a la extinción propia de las especies idiotas que se autosuicidan de imprudencias y no cuidan para nada de la perpetuación de la especie y, actualmente, ya ni de la cultura o9 culturas que hemos ido creando a lo largo de la existencia y evolución de nuestra especie, asfixiada de vanidad y a de placer autocontemplativo.

El poema que lo integra nos ubica en la lucha por la supervivencia, en las especies árticas y en la Naturaleza, pero los valores simbólicos implicitos ya expuestos, no deben obviarse confundidos en la imagen y en la letra meridiana del poema, que reza así:

Blanco, frío, gris y negro letal
de cuchillos infinitos de muerte.
Largo estoque retorcido en la suerte...
Fuerza y aerodinámica animal.

Anda el juego entre ballenas... Brutal...
Y es la Muerte y la Vida, ley del fuerte, 
quien se debate en el mar, contrafuerte
de muralla de hielo sin final.

Esa batalla eterna por la vida
que, en el Ártico, siempre se retrata
entre la orca y el narval armado

como un unicornio ya en su estampida
y es la ballena asesina quien mata
como el narval se sabe derrotado.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

martes, 2 de octubre de 2018

PRESENTE MENGUANTE

A veces la tecnología se niega a ser lo que debe y se niega a la imagen y se obceca. Parece que este va a ser el caso. No parece seguro que transporte imágenes y entonces se dedica a tocar... y tocar. Puesto que no me deja caligramar hoy. Dios sabrá por qué, pues poemizaré. El Presente menguante es simplemente un poema que nos habla de la sensación de sentirse diluir y desaparecer en la realidad que nos circunda. Esa sensación de empequeñecer de impotencia, de anonadarse que nos acompaña y que crece a la par que decrece nuestra seguridad, nuestra fe en nosotros mismos y aumenta a la par que decrece nuestra energía y crece nuestra sensación de hastío y de cansancio...:

Toda la negritud te achata y pisa.
Eres la la nada y nada te identifica.
Tus huellas borradas... Todo replica
tu pasado perdido, ya sin prisa.

Avanza hacia el abismo y se alisa.
Perdiendo su relieve. Ya repica
la campana tozuda. Mas salpica
tu conciencia de la memoria rica

que el pasado nutre de pinceladas,
de momentos vividos y de historias
inventadas por mi imaginación.

Corren difuminadas en sus norias
páginas para siempre aletargadas
que van perdiendo así su razón

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ