miércoles, 25 de mayo de 2022

BOSQUEJO DEL ROSTRO DE UN ORANGUTÁN MACHO

 Y sigo avanzando en la serie Animales salvajes. En este caso, los primates homínidos, nos llevan a este rostro de orangután, este gran primate propio de Borneo y Sumatra, desgraciadamente en peligro de extinción gracias - cómo no - a la mano del hombre, sobre todo por deforestación salvaje de su hábitat selvático. 

El llamado hombre de la selva (Pongo pongo LINNÉ) por los indígenas (O-rang- u-tang en lengua indígena) es un mono inteligente y peculiar, bastante solitario caracterizado por un claro prognatismo, un acusado dimorfismo sexual que afecta al tamaño y musculatura (como en todos los primates, muy superior en los machos respecto a las hembras) y un torus rostral en forma de coca, disco voluminoso o pizza óseo que enmarca la cara y solo propio de los machos (y más descomunal cuanto más dominante sea el ejemplar), pero que comparten la larga cabellera pelirroja que cubre todo el cuerpo salvo el vientre y un círculo anal, sus enormes manos (especialmente las delanteras) y un curioso copete con flequillo en la cabeza, amén de la marcada mayor longitud de los brazos respecto a sus cortas piernas (común en todos los primates homínidos), tanto en machos como en hembras.


Se trata de un boceto que he hecho a lápiz de plomo y que servirá de base al pictocaligrama en tinta que será el definitivo. Aparte, ya he confeccionado el poema que se inscribirá en el mismo.

A diferencia de los caligramas puros y los poemas visuales, en los pictocaligramas y, más aún en los pictogramas caligramáticos, en los poemas dibujados y en los dibujos poemados, imagen y poema se elaboran inicialmente por separado y, dado que la imagen es compleja y muy acabada y detallada (y suele ser figurativa), la inserción del poema y su adaptación a la imagen, cuando se da (en los dos últimos mencionados, poema ilustrado y dibujo poemado ni siquiera se llega a esa opción), exige planificar su recorrido y las características del mismo para que la cohabitación sea perfecta.

En los caligramas puros, el diseño es más sencillo y, directamente es la disposición de las palabras o las letras la que adquiere una forma reconocible como imagen. Y claramente, este no es el caso.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ


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