jueves, 29 de agosto de 2019

QUIZÁS BUSCASTE UN SUEÑO IMPOSIBLE

En un mundo dominado por la imagen y postrado ante ella, dominado por la presencia y que ha postergado a la esencia de las cosas a su nonada, en un mundo obsesionado por la mostración de sí mismo, de lo que posee, de lo que hace, en el que vive para y en el escaparate de las redes sociales para hacer predominar la presencia y en el que la imagen supone la suplantación de la Realidad por la idealidad mostrando vivir y pertenecer a un mundo paradisíaco en el que uno ha de ser admirado por aquellos que le ven y le siguen, la platonización de los sentimientos, placeres y situaciones acaba siendo una prisión de uno mismo, reo de su apariencia y de su presencia renunciando hasta a uno mismo, lo que desea y lo que vive. La imagen suplanta a la verdadera vivencia.

La objetualización de todos y cada uno de los atrapados en este escaparatismo vivencial en el que si no apareces en internet o en las redes sociales es que no existes y existir se ha convertido en aparecer en público, sea como sea, aunque sea cometiendo o perpetrando, una barbaridad, por otro lado, siempre tomada como una hazaña digna de imitar por millones de papanatas que viven para la imagen como el original al que copian.

En un mundo así, amén de lo que se haga, se compre, se deguste... el cuerpo se ha convertido en una obsesión como instrumento supino de la perfección de la imagen, de la presenca. Ya lo ha venido siendo, e in crescendo, para la mujer pero ya se prodiga en hombres y se instala más allá de la edad y del lugar en que vivamos en nuestro amplio mapamundi... Pero una sociedad sin esencia y surtida y henchida de protagonismo y egoísmo sin fin no puede ser más que una máquina de crear frustración al no equivaler ni la perfección corporal ni la platonización del entorno con lo que buenamente tenemos y podemos conseguir con el Paraíso imaginario, solo puede crear seres islas propicios a la soledad...

Esa soledad se multiplica proporcionalmente con la edad y la falta de metas conseguidas,... Todo nos parece poco y lejano a lo exquisito deseado tanto momentánea como perennemente. Nuestro cuerpo nunca será perfecto del todo (y frecuentemente cada vez lo será menos si lo agosta la edad y la física natural, el agotamiento y la imposibilidad de encontrar supermanes, superwomans ni paraísos en la Tierra) por mucho que lo musculemos, sometamos a dietas maravillosas, potingues mágicos, sesiones de rayos UVA, operaciones de cirugía plástica con siliconas y botos y toda clase de zurcidos tensionadores de piel y con frecuencia a ello se ha sumado el escepticismo, el alejamiento... quizás el abandono, la separación, el divorcio y hasta la viudedad.

A pesar de ello, la inercia y la ilusión de encontrar un trébol de cuatro hojas, una joya, quizás la perfecta media naranja hace a más de uno seguir picoteando en busca de lo imposible... Y ello ocurre a hombres y mujeres y prescindiendo de su tendencia sexual... En realidad forma parte de buscarse a uno mismo, de completarse a uno mismo en lo que le falta y en lo que desea... Por eso, en la imagen de este mi pictocaligrama, es una mujer que representa mejor tópicamente esta encrucijada vivencial que el hombre puede vivir también en total equivalencia.

Obsesionada por la búsqueda de perfección y de un amor equivalente a su platonismo se ha lanzado al mercado, quizás volviendo a los pubs y discotecas, quizás en las redes sociales en donde se conciertan citas entre gente que busca media su media naranja y en agencias destinadas a ello y especializadas en ello o grupos de singles o quizás en todo ello... para encontrar que la convergencia de fines no es siempre lo que más abunda y sí otros intereses más directos y prosaicos en el fondo más previsibles... no el amor sino directamente el sexo... un riesgo para el que hay que estar preparado y que evaluar en sus consecuencias personales. 

Así lo refleja mi poema, el poema que conforma el cabello y las sombras corporales del caligrama:

Marcada de otro origen,
tu hipnosis sensitiva,
ese imán de labios escarlata
como aviso.
BUSCABAS un cielo
en ese mundo esquivo,
un beso exquisito
y encontraste un hombre ciego,
un lobo hambriento
sin otro propósito real
que el velero de tu cuerpo
desnudo y sensual,
una victoria del deseo
del que era esclavo y reo.
Y aún si fuera del placer
sibarita y no un jinete del viento,
hallarías en su ser
una delicada promesa
y no un caníbal sin freno
que ardió en ti en un suspiro
como esos besos de olvido
con que te das al desenfreno
de tu apuesta del momento.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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