miércoles, 22 de agosto de 2018

EL POZO DE LA SOLEDAD

En el fatídico agosto de 2015, mi cuñado Jesús, médico, anunciaba a su hermana y mi mujer, Marta Blanch Falp, precisamente el 14, día de la fiesta grande de la Festa Major de Cubelles, que no podría bailar como gitana en los bailes de dichas fiestas porque tenía un cáncer de hígado en metástasis avanzada, que, desgraciada y efectivamente acabó con ella, con nuestra felicidad y nuestros planes de futuro, para los cuales, grano a grano, habíamos ido apilando durante, hasta ese momento, toda nuestra felicísima vida, qué decir de lo que ya no tiene arreglo... a partir de aquí, la soledad germinó en mí como contrapunta a una vida gozosa que había perdido buena parte de su sentido. Este caligrama, sin duda, esta relacionado con este hecho como con la soledad en sí misma que se siente en un mundo multitudinario y corroído que camina, gracias al hombre y a su ambición, camino de su paulatina destrucción (y eso no es un sentimiento que naciera con el óbito de mi amada, sino que era, para mí, y de hecho, para ambos, cosa sabida y evidente)... Por eso el contenido de este caligrama parcial o local y de recorrido (localizado al sombrero pero extendido a todo el poema como conjunto) hace alusión a este hecho como al genérico de la soledad de quien predica en el desierto y lucha inútilmente por la imposición de la lógica frente a la inercia de la ambición, la ira y la explotación sin límites ni futuro de nuestro Planeta y por eso se lo dedico a ella, a la que fue mi mujer y sigue siendo mi amada y mi amor y por eso el original cuenta con un poema dedicatoria a ella, como introducción y presentación, que no consta en el caligrama que muestra la imagen, pero del que no privaré a mi lectores:

Dedicatoria:
Puede llover el tiempo, Marta,
que es tenaz, batallador y terco...
pero tú aún vives en mi recuerdo...:
Te añoro... Mi voluntad y mi memoria
nunca se harta
por mucho que gire la noria
de esta vida sin sentido...
Te amo y nunca te harás de olvido
porque tú eres la esencia de nuestra historia...:

Poema con caligrama (y por el empieza en la sombra umbría de mi sombrero):

La soledad es un gran pozo negro.
Solo (estoy) entre la multitud
donde yo me ahogo cotidianamente,
espero.
Sé que tú no existes ya
pero te añoro y te recuerdo...

La soledad
es un sombrero,
conque intermitente espero
cubrirme de la intensidad
de un espacio infinito
y un tiempo vacío
donde habitan los relojes del vértigo
con su tobogán antojadizo.
Me dejo llevar por su río,
pero ellos rizan el rizo
y el berbiquí horada el abismo
donde me asesino a mí mismo.
La soledad es un veneno.
Un cuchillo, un desierto
donde el siroco es un grito...
¿Dónde estás?...
Pero nunca te responde.

Los días llueven tozudamente.
Tu recuerdo es un cristal, mi espejo.
Cada día te encuentro y te dejo
durmiendo en el cielo de mi mente.

¿Dónde estás?... Deliro yo demente
mientras me desnudo del pellejo
del pasado sin retorno...
                                                          Soy viejo...
o no... Ardo en este horno
donde me olvido de mí, serpiente
que al acecho está de otra vez
                                                                 perderme.
Por mucho que intento ser pez,
te recuerdo y vuelvo a verme
feliz como ya fuimos de amor
creyendo que sería siempre
y me dejaste ese sabor
amargo que se llama soledad.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ


Un inciso es necesario para entender el poema... Ese conque que abre el tercer verso de la segunda estrofa posee el valor bivalente del conque conclusivo del por lo tanto espero intermitente (unas veces sí y otras no, solo cuando siento la soledad)... y de la subordinada adjetiva de con el que referente al sombrero de la intermitencia con la que me oculto de la soledad o con el que, oculto mi soledad a quienes comparto mi espacio... Todos esos significados convergen en el mismo punto

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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