jueves, 14 de julio de 2022

AÑORANZA DE LA PAZ PERDIDA, HASTÍO DEL MUNDO GLOBAL

 Actualización del tópico clásico Beatus Ille, mi ilustración presenta una mujer clásica del mundo griego o romano, para mostrar un pasado en el que los ideales se centraban en la perfección y la perfección y la pureza eran, en sí mismas, la Naturaleza... La vida natural hallaba la paz en la contemplación de la misma y la razón y el intelecto se sumaban a la armonía y el equilibrio para poner como modelo un mundo más humano y menos dominado por la ambición, la violencia, la vehemencia y el egoísmo,

La Filosofía establecía un continuo diálogo con la voluntad de saber y buscar en el conocimiento una forma de satisfacción en la búsqueda como de concordia en el diálogo donde lo menos importante era tener la razón y lo más importante argumentar tu punto de vista y saber escuchar a tus interlocutores paseando en la misma Naturaleza como medio ideal para establecer esa armonía ese equilibrio que permitía desarrollar el intelecto en plena paz y Libertad, en continua concordia.

Si el tópico clásico lo oponía al mundanal ruido de la urbe donde reinaba la codicia, el negocio y se desataban los vicios en aras de la ambición, el egoísmo, la ley del más fuerte y el poderoso, aquí esto se identifica con el actual mundo global en sí mismo, en el que importa más la imagen que la esencia de las personas y donde se ha dado rienda suelta al consumismo sin control, prudencia ni sentido. Una sociedad brutal, perversa, exhibicionista y desprovista de valores que ha devuelto a la humanidad en pleno a una selva global en la que importa más lo que pareces, por la fama, que lo que eres y en donde el valor de la vida humana y los valores éticos no importan lo más mínimo.

Es un dibujo poemado. Mi dibujo adquiere el valor simbólico de los ideales clásicos en la imagen de una mujer, una joven inocente, que no una adolescente, muy alejada de los cánones sensuales ni formales de la estética actual, más esencial, menos erótica, más natural. No solo en actitud y vestimenta, también en cuidado de la figura o en el hecho de llevar un ramo de flores abrazado... Una mujer, sin más, una belleza sin bisturís ni dietas ni afeites, simplemente natural y cargada de sencillez y naturalidad, Y esta da pie a mi poema, en el que deja clara esa añoranza de los valores perdidos frente a un mundo actual turbio, virulento, ciego y encaminado hacia su propia destrucción y, en esencia, deshumanizado. Una jungla de supervivencia sin piedad pero también sin sentido.

Sí se muestra la imagen:


Podría ser perfectamente una escultura clásica griega, helenística o romana y en ellas se inspira sin ser ninguna exactamente. Una mujer sin más sin buscar una estética de la perfección cuya belleza reside en la armonía, la naturalidad y la sencillez. Sin más. Ni casta ni volcánica e hipnótica... Una como cualquier otra que no se plantea ser una Afrodita, le basta con ser ella y se acepta como es. Es suficiente.

Y el poema, mi poema, al que da pie es claro y meridiano y reza así:

¿Dónde quedó el amable peso de antaño?
¿el paso equilibrado, la armonía, 
la paz, la razón pura que existía,
la contemplación, mesura sin engaño,
que suponía en la Naturaleza
la perfección y el modelo de pureza?

Mujeres divinas y hombres cuidados,
en cuerpo y mente, estatuas que modelos 
son de cuanto se aspira sin recelos,
naturales como bien diseñados, 
retratos de cuanto se consideraba
reseñable como digno de mención.
Filosofía, intelecto, corazón,
en cuerpo y mente sanos se procuraba,
y conocimiento sobre el interés
y el pecunio eran sin duda un ideal
y la cultura era una doma crucial
de los instintos y la violencia que es
nuestra clara identidad animal.

Un hombre atlético, un intelectual,
una mujer bella como sencilla
mostraban claramente y sin rencilla,
una aspiración, un modelo social
que mensuraba la ambición, la violencia
sometiéndolas a la inteligencia.

Esta mujer puede ser su retrato,
asesinado hoy de rutina y tedio,
de egoísmo y ambición sin remedio,
hemos perdido el Norte en tal arrebato.
Añoro aquellos ideales puros
que nunca volverán en tiempos oscuros.
Añoro aquella paz que contemplaba
la Naturaleza, los diálogos cultos,
la búsqueda del saber sin ocultos
caminos que la pura razón negaba.
Hemos vuelto atrás, de eso no hay ya duda.
Y su deriva parece no tener
ya vuelta, ni arreglo, ni posible muda
y se encamina directo a fenecer
con el mundo creado a su menester.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ





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