
convirtiéndola en un hombre más, un hombre masa, una carcasa útil al sistema.
La ciudad aparece aquí sin hombre que la pueblen, no tiene el monstruoso aspecto de los grandes e impersonales edificios, pero ni siquiera el árbol logra rescatarla de ese aspecto de colmena en la que las casas, iguales, conforman un ejército frío y abstracto... Puertas cerradas, ventanas cerradas y sin pobladores... La ciudad aparece como un fantasma gigante retratado en el detalle de su tejido, en sí no diferente del resto de edificios que la componen...
Pertenece a mi poemario Arrastrándome por la ciudad
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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