De la misma serie dedicada a mis amigos de Cubelles que la anterior Desde tu atalaya forma parte de la misma exposición y, en este caso, se trata de un pictograma caligramático en el que el poema queda oculto entre las sombras del acantilado en una de las dos islas y el dibujo, mi dibujo, parece obviar mi poema con la descripción etopéyica.
En este caso, la descrita mediante un paisaje es, claro está, siguiendo las normas principales mencionadas en el caligrama precedente, una mujer. Se trata de mi amiga Jose Ordaz, una de las tres hermanas Ordaz y, como en el anterior, indicaré las normas esenciales de su simbología obviando la letra de mi poema por lo que de personal tiene.
Dicho esto. Recordemos que los paisajes, en mi simbología representan esencias, frente a las situaciones humanas que representan estados y que todas las mujeres de la serie son reflejadas como esencias y, por tanto, como paisajes mayoritariamente naturales, marítimos y exteriores, como es el caso de este, que goza de los tres ingredientes.
Vayamos por partes. La Naturaleza es una esencia intrínseca e idiosincrásica que se libera de la domesticación humana, que implica aprendizaje, educación, aculturación y hasta socialización, cualidades estas que la mujer, también posee, evidentemente, pero que aquí se obvían atendiendo a su carácter o personalidad en sí misma. En esencia, porque se es así y no porque se ha hecho así.
El mar es la infinitud, el tiempo, la vida y la sociedad o Sistema en el que vivimos y convivimos. Un mar agitado es la vida convulsa y plena de dificultades a superar.
Los acantilados suponen la fortaleza de carácter y personalidad para contrarrestar las adversidades de la vida real, ese mar agitado que nos persiste intentando abatirnos. Y cuanto mayor es su altura, mayor es su resistencia y más por encima y lejos se está de que esas adversidades nos causen un daño irreparable (como es el caso de estas dos islas y, especialmente, la que está en primer plano y contiene el faro.
Las islas son la capacidad de aislarse del mundo, de los demás, para mantenerse firme en nuestras convicciones.
El faro es la capacidad intelectiva, la lógica, la claridad de ideas respecto a las prioridades en las que cree y por las que lucha (No tanto porque sean más o menos verdaderas sino porque son las suyas: sus apetencias, prioridades, intereses, disfrutes, complacencias, ideologías, etc)
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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