jueves, 17 de febrero de 2011

LOBO

El caligrama representa, en la imagen del animal y en las sombras del nevado paisaje, el poema, mi poema, que presenta al lobo como un animal noble cuya competencia con el hombre desde el principio de los tiempos de su convivencia, le ha conllevado una imagen tan tópica como tergiversada de lo que no era más que un carnívoro que luchaba por su supervivencia y, en ella, la mitificación perversa de un hombre interesado en defender una economía aprovechándose de la Naturaleza, ha convertido poco más que en un monstruo, olvidándose que de él también sacó el perro, su más fiel compañero, su más antiguo y primer animal domesticado, como que muchas de las matanzas de las que se le acusan son el resultado de ataques de perros asilvestrados, antes domésticos, maltratados y abandonados por el hombre.
 
El hombre vertió en él su propia imagen de asesino, porque no hay más asesino verdadero que el que mata por matar y satisfacer necesidades de su ego que poco tienen que ver ni con la supervivencia, ni con el sustento, ni con la urgencia ni del instinto sino directamente con su ambición, su intoleracia hacia lo distinto y hasta por la distracción de matar, como si matar fuera un juego en el que poco o nada valiese el que se juega la vida en el embite.

Así reza el poema que contiene:
Tu reino nemoroso, agreste y fiero,
todas las estaciones se recorre,
te envidia tu rival, preso en su torre...
pagó con libertad ser pendenciero.

Él mata por matar, vender el cuero,
tú, por sobrevivir, tu sombra corre.
En busca del sustento, dejar torre,
en manada o solitario, tu acero,
 
ya marfil, siempre está presto al acecho, 
tu astucia ha de sumarse a todo el miedo
que extiende tu presencia y tu leyenda,

noble Naturaleza que es tu techo,
te sabe de su sangre rey. Remedo
el hombre cazador de tu prebenda

que quiere, con las armas, tu corona
hacer suya y así tu nombre ensucia
y te pinta cual monstruo despiadado.

Mas, al verte, la verdad desmorona
la mentira que a su ambición acucia
y vierte en ti su rostro retratado.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ



domingo, 13 de febrero de 2011

EN LA PENUMBRA, CONTRALUZ

Como una imagen obsesiva, el caligrama reproduce una silla de aula con brazo para apoyar la escritura del alumno. No hay duda, estás en un centro escolar, en un instituto. Con una visión estereotipada y de pesadilla, una visión de zoom ode ojo de buey deforma la parte superior respecto a la inferior para aproximar la visión de la zona central, asi la composición del poema y la imagen se suman en el efectro dramático y obsesivo, como en el teatral de la imagen y la sombra de la silla cierra la obsesión declarándose sombra alargada y deforme de la realidad. En el contenido del poema, el reflejo de sí mismo (espejo de tu voz), la teatralidad (finge) y los fantasmas obsesivos de la sombra de la silla proyectan flashes de luz sobre el oscurantismo general del poema que compone la silla. Forma parte de las obsesiones, de las torturas cotidianas del trabajo que se ciernen amenazadoras y confusas buscando el alivio y la libertad en lo distinto.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

miércoles, 2 de febrero de 2011

EN LA IMPOSIBLE HUIDA II

De nuevo un caligrama gráfico parte de mi poemario DE ENTRE MIS SOMBRAS, con idéntica mujer que la del caligrama y poema que da nombre poemario, con la misma mujer que el caligrama y poema anterior, EN LA IMPOSIBLE HUIDA, que presenta un perfil complementario pero contrapuesto al precedente. Como si fuera su reflejo e imagen inversa reflejada en un espejo, el poema y caligrama, mío, recoge a la misma mujer y evoca las sensaciones ante su imagen, pero ahora, en postura inversa, desnuda, con la imagen, de perfil, perfectamente delimitado por un espacio sin viento, cerrado, íntimo, personal y nuestro... Más cercana, en un plano americano, más próxima, más cercana y más real... también más sugerente, más sensual, más cierta y más identificada con el tópico idealista presentado en su imagen frontal, más realista.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

EN LA IMPOSIBLE HUIDA

Surgido del mismo poemario de DE ENTRE LAS SOMBRAS, el caligrama recoge a la misma mujer tópica del poema y caligrama que lleva el nombre y poemario, pero aquí, el caligrama, gráfico, delimita una silueta difuminada de la misma, en donde, de perfil, se delimita la silueta posterior de la mujer, mientras los versos, mis versos, los versos que componen mi poema, que describen a la mujer y su belleza, y las sensaciones evocadas de su imagen, del perfil delantero, muestran diluido, su cabello y ropa al viento, su falda, hasta media pierna y hasta sus piernas difuminadas por la bruma de la polvareda que levanta el viento. Un sugerente pero incompleto e intencional perfil lateral. Una belleza, pues, vestida y a contraviento...

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ