En este caso, el caligrama, en sí, un pictograma caligramático en toda regla, representa claramente un USB de ordenador, con unas constancias similares a las de Vigía, pero aquí, claramente el poema se oculta en el sombreado del dibujo. Coloca el lápiz de ordenador como una prolongación de mi mismo, más aún, como un rincón donde resguardarse del tiempo y del olvido, un almacén de recuerdos, de jirones de uno mismo en imágenes y palabras, flashes de mí propio yo que son devorados por el vértigo del tiempo en su urgencia, y por la condena de la rutina en su tenacidad. La memoria de la unidad de memoria externa se convierte en un suplemento, más allá del complemento de mi memoria real o cerebral, ya que atiende y a lo riguroso del documento que el subconsciente no puede conseguir.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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