jueves, 26 de julio de 2012

LA DONNA ANGELICATA Y SU DESCRIPTIO PUELLAE

El Proyecto Boscán que estamos llevando a cabo Anselm Cabús y yo (Manuel Millán Cascalló), no sólo pretende llevar a cabo un estudio biográfico del autor, su relación con Cubelles ya desde sus antepasados, su obra literaria, su estilística, su relación con Garcilaso de la Vega o con don Diego Hurtado de Mendoza y su labor de iniciador del renacimiento italianizante en lengua castellana. Lo que busca es entender el concepto de Renacimiento de la cultura, de las artes y el conocimiento en realidad y aplicarlo a la realidad actual como un revulsivo del valor del Arte como factor creador total del ser humano y la cultura.

En aquel Renacimiento del siglo XVI, que imitaba al Trecento italiano, especialmente a Petrarca, como éste lo hacía con la literatura clásica griega y romana, donde sus creadores eran humanistas (eruditos, traductores y lectores de la Literatura y Filosofía clásica, interesados en el hombre, en el conocimiento de la Tierra y de, hecho, en todo tipo de conocimiento) y cuyo arte, como aquel clásico al que imitaba, buscaba la perfección de lo divino, la pureza y la armonía y mostraba ello en el arte por medio de modelos o cánones por los que guiarse, a sí como una serie de tópicos universales, la mujer ocupaba uno de esos pedestales deíficos que la encumbraban a la belleza perfecta. En un mundo, como el clásico, antropocéntrico (que giraba alrededor del hombre como medida de todas las cosas), la definición de la belleza perfecta elevaba a la mujer al papel de divinidad. Era una mujer inalcanzaba y perfecta cuya visión no precisaba más que una mirada para prendarse de ella. Era una mujer perfecta en lo físico y en su relación con el hombre, para ser idolatrada, deseada y, sobre todo admirada, contemplada en su belleza, en su elegancia perfecta que la igualaba a la pureza divina de un ángel: una donna angelicata, cuyas características vinieron relacionadas de aquellas, que derivadas del amor cortés empezaron a definir la escuela siciliana de finales del siglo XIII y más tarde, la escuela aretina. Tras su estela, Dante Alighieri, a finales del siglo XIII y principios del XIV (el Trecento), pero que hallan su definición concreta en Dante Alighieri y su poemario Vita nuova, en las que platoniza a su donna angelicata, inspirada en la donna lombarda, Beatriz, visión platonizada de una mujer real; Bice di Folco Portinari, a la que conoció en su infancia como asidua compañera de juegos y a la que perdió de vista cuando ella tenía nueve años, pero, cuando era una quinceañera, volvió a ver y quedó prendado de ella. Ella se casaría pronto con Simoni de Bardi (como el poeta florentino lo haría con Gemma di Manetto, a la que se había prometido por voluntad paterna y con la que tendría tres hijos reales más otro problable). El amor platónico se imagina en la distancia, se diviniza en la distancia y adquiere su divinidad excelsa cuando muere en la juventud, conservando intacta su belleza (nada lejos de la tópica leyenda que rescatan los románticos y mantienen los neorrománticos, como los roqueros, de vive deprisa, disfruta de los placeres mundanos, o lo que es lo mismo, carpe diem: disfruta el momento, disfruta el presente y "haz pronto un cadáver bonito". Es decir, muere en la plenitud de tu belleza y después de haber vivido como tú querías, ya que la belleza, la plenitud, son efímeras porque tempus fugit, es decir, el tiempo huye, se escapa, desaparece o vuela. La Beatriz conformó el primer modelo renancentista de mujer platónica como donna angelicata. Que consiste en la idealización de una mujer real a la que e conoce y a la que se trata, aunque sea en la lejanía y en la imposibilidad de poder conseguirla.

Poco después, Francesco di Petrarca, ve en Avignon, en una iglesia, a una mujer con las mismas características físicas y de elegancia  que Beatriz. El poeta se enamora de ella y la convierte en su donna angelicata, su mujer platónica y divina, inventándose su carácter, pero reservando idéntica escondida pasión. Es la Laura o Madonna Laura que pasea en su Il Canzoniere y que alcanzará su dividad perfecta cuando también se entera de su muerte prematura. Laura es una mujer platonizada por completo a pesar de basarse en una mujer real, de la que, el poeta, por puro interés, sabía de su vida pero con la que, al parecer, ni siquiera habló y ciertamente, no trató.

¿Cómo una era donna angelicata?. Su descripción es homogénea y por eso tópica, imitada hasta la saciedad pero cada uno con su propia descripción poética, por prácticamente todo poeta renacentista y muchos de los poetas barrocos mediante el tópico conocido como descriptio puellae (descripción de la joven) y se basa en los rasgos de la donna lombarda, que como tal, y siquiendo el mismo orden que cito, tenía que ser rubia, de piel pálida o blanca, ojos azules, labios rojos, mejillas sonrosadas y esbelto cuello de cisne, amén de elegante, discreta, inocente, angelical, honesta y divina. Sus únicos puntos sensuales residían en los ojos y más raramente en los labios y la descripción acaba en el cuello. Aunque su mirada pueda ser altiva y provocativa, sobre todo sugerente, es una mujer distante y altiva (reminiscenca de la belle damme sans merci, la bella dama desagradecida del amor cortés), pero al ser inocente y tierna no alcanza la frialdad del desprecio de su antecesora.

Veamos un ejemplo práctico de una donna angelicata mediante su descriptio puellae sacada del mismo siglo XVI, del Renacimiento, en el famoso Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega, el inseparable amigo, discípulo, en principio, de Juan Boscán, maestro al que superó con creces, en una versión actualizada por Rafael Lapesa y luego por por Alfonso I. Sotelo Salas:

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que es vuestro mirar, ardiente, honesto
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.


Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

GARCILASO DE LA VEGA

El poeta toledano nos hace una descriptio puellae de su donna angelicata, Isabel Freyre (dama cortesana portuguesa de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I a la que dedicó sus poemas como Elisa, Camila o Galatea.  Garcilaso la conoció en 1526, cuando ya estaba él casado con Elena Zúñiga, dama de Leonor de Portugal, luego de Austria, hermana de Carlos I. Isabel casó con Antonio Fonseca y murió de parto en 1533), con un orden aleatorio, pero claro, que se marca en los dos primeros cuartetos (ella, rosa de amor, arrebolada en su clara piel, tiene un mirar ardiente y honesto con sus ojos claros. Describe sus cabellos  de oro (al viento) y su largo cuello. 

En los dos tercetos y siguiendo a Bernardo Tasso en su mostración del carpe diem, aprovecha el momento, aprovecha tu juventud, para imitar a Ausonio en otro tópico clásico imitado por el Renacimiento, Collige, virgo rosas, es decir, invitación al amor a una joven (coge virgen las rosas), aprovecha tu juventud para hacer el amor, marcado en coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto antes que el tiempo  airado para oponerlo a la vejez (cubra de nieve la hermosa cumbre) y plasma en este verso y el último terceto el tempus fugit como causa de que aproveche el momento.

Interpretando las distintas descriptio puellae de la época, especialmente las de poemas de Juan Boscán (muy sucintas, y las de Garcilaso de la Vega, Petrarca o Dante y observando pinturas de mujeres de la época he dibujado, de momento tres donnas angelicatas probables de la época. Mostraré una de ellas como ejemplo (Donna angelicata 1 de Manuel Millán Cascalló)


Inspirándome en las descriptio puellae de donnas angelicatas de la época, he escrito varios sonetos centrados en una de estas descripciones idílicas. Expondré uno de ellos:

DESCRIPTIO PUELLAE II

Escribe corazón, latiendo a gritos,
el mar de tus cabellos de oro fino
sobre tu frente de mármol divino
y el cielo azul de tus ojos benditos

donde volar espacios infinitos.
Esquiando a tus labios, dulce vino
al pozo de tu boca, abismo y sino
de ardientes deseos exquisitos.

Océano de piel, pálida Luna,
el marco de una Venus, celeste y pura,
el grácil cuello hasta tu cuerpo cierto,

la hipnosis celestial que me importuna
es quien despierta en mí esa locura
de amor que asalta dormido o despierto.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

La idea es convertir el poema en caligrama, como ya he hecho con la imagen del poeta Juan Boscán en caligrama ya publicado con el verso que incluye en mi blog caligramas (También he publicado otro caligrama en catalán sobre el mismo poeta, pero con distinto poema y, éste, en catalán).


Caligrama de Juan Boscán de Manuel Millán Cascalló (en castellano)

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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