Como pictocaligrama al uso este mi diseño y mi poema se inscribe en la serie Artrópodos. Más allá del retrato de esta cazadora feroz y altamente eficaz, la mantis es otro de esos seres con una simbología evidente. En nada nos equivocaríamos si la describiésemos como la esfinge de la Muerte. Letal en grado sumo, no es menos cierto que proporciona una de las muertes más horribles que se conocen y, suerte que esta se produce en el reino de los artrópodos y no en el de los vertebrados, ya que en estos primeros no se asegura la histeria y el pánico ante la muerte, no porque no exista sino porque no es demostrable "de facto" ni tampoco lo contrario,
La puesta en escena y la dicotomía entre su aspecto no necesariamente monstruoso ayudan en ello. Su cuerpo estilizado, enjuto y largo, con eso grandes ojos inexpresivos y su pose orante y estática de esfinge, no preludian la rapidez y eficacia del ataque. Atrapado entre sus zarpas delanteras y el descabezado inmediato y casi mecánico de la presa nos rebelan el peligro y el horror con solo verla en acción.
Su actitud agresiva se denota también cuando intentas cogerla. El ataque virulento está asegurado. Un insecto de cuidado y más eficaz que las arañas y tarántulas, escorpiones y escolopendras, a pesar de sus telarañas (las primeras), y la rapidez de su ataque y el veneno letal y paralizante que inoculan y es que, en todos estos rivales la acción letal no se produce totalmente hasta que logran inocular su veneno. A la mantis le basta con coger a sus presas por sorpresa y que el agarre contra estos no sea frontal. Para evitarlos, su inmovilidad absoluta en el acecho evita directamente que la aprecien como presa por su falta absoluta de movimiento.
(Con todo, el efecto paralizante del veneno de las otras especies letales mencionadas no debe de tener un efecto menos horrible, porque, inmóviles asisten a cómo son envueltas en capullos de seda o son devorados vivos).
Por lo que respecta al pictocaligrama. La imagen de mi diseño es clara y meridiano, presentando al insecto en actitud orante de acecho. La sombra magnífica el aspecto terrible de la cazadora y profetiza el horror del ataque posterior en quien lo sufre:
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