El poema, mi propone, con diseño de caligrama de recursos gráficos, una reflexión entre los anhelos personales, los límites de uno mismo y el reino de la idealidad donde nuestros límites y anhelos serían posibles...:
Mi poema los retrata como reinos antitéticos separados por una muralla (marcada como un grito de urgencia), y un foso abismal, insondable y profundo, nominado como un grito fatal.
Ambos reinos o territorios o espacios antitéticos se oponen disposicionalmente como simbólicamente. Arriba, en posición vertical directa, sitúa la idealidad como un cielo inalcanzable en el que suponemos que todo es perfecto y que lo imposible y deseable, sea prohibido o simplemente quimérico, es perfectamente posible, y en el situamos también nuestra proyección idílica del mundo existe respecto de lo ajeno, que idealizamos como perfecto, no por conocimiento, sino por afecto.
En el otro espacio, presentado como inverso e invertido, me sitúo yo y mi percepción del mundo y la Realidad e incluye mi interpretación de la Realidad de los demás. Es el reino de lo conocido, de lo posible y de lo conocido, dominado por nuestros sentidos, nuestro conocimiento, el peso de la cultura, de la historia, de lo aprendido, lo visto y lo sentido de cómo es el mundo real y sus limitaciones que provocan la impresión de que aún alcanzando la máxima perfección, puede ser aún más perfecto y, por lo mismo, imposible en la Realidad que, junto con la Naturaleza y el Cosmos, nos incluye.
Si en el Mundo ideal, una barrera inmensa de idealidad creada por nuestra propia concepción de la Realidad, lo hace inalcanzable, mayor es el abismo creado por nosotros mismos, nuestros sentidos y nuestra concepción de cuanto existe y que viene a definir y describir que la mayor limitación para alcanzar la idealidad y lo perfectible parte de nosotros mismos y somos nosotros en sí mismos con nuestra concepción de la Realidad finita y la infinita idealidad inalcanzable.
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