Desde siempre, la sociedad occidental, con su Sistema Capitalista, que fundamenta la sociedad de consumo y el mundo global que, como ya es tradicional en toda la civilización, coloca el poder en la posesión de bienes materiales y el poder de liderazgo que sustenta la clase en el poder, amparada por una justicia cuyas leyes defienden más a los poderosos que al pueblo llano y cuyos juristas han convertido un juicio en una guerra de estilos en que los casos no se resuelven tanto en favor de la justicia real como en la habilidad de los abogados para jugar con las leyes... Una sociedad egoísta que vive para el escaparate público, en una ficción constante del bienestar, que necesita mostrarse democrática, pero que promueve el modelo del ignorante que alcanza el poder con la fama y el dinero fácil sin importarle la ética de lo que hace ni sus consecuencias y que vive a tumba abierta, en un deslizante tobogán de gasto extremo de adrenalina imponiendo la libertad del individuo osado e inmoral sobre la sociedad.
Una sociedad así, denosta la educación, la cultura, el conocimiento, el bienestar general, los derechos ajenos y la urbanidad, la ética como la prudencia... Una sociedad que ha vuelto a los principios de aquella del lujo extremo de unos pocos millonarios frente a una inmenso proletariado carente de recursos ni e posibilidades de subsistencia, deshumanizada y opulenta. La misma que se hundió con el Titanic y que llevó al mundo a la Primera Guerra Mundial y a la Segunda, después... Superficial, fascista, manirrota, inútil e inconsecuente con una humanidad que se derrumba y un Planeta abocado a la extinción de toda vida... Un mundo de posturas y de presencias y no de esencias ni de urgencias ni de principios.
En un mundo así, el ciudadano perfecto es un hijo de papá, manirroto, exhibicionista, explotador, ambicioso, clasista, sin principios e inútil para la empatía de los que no sean sus iguales, que son también sus rivales... un borrego inmoral que vive solo para sí, para su disfrute al que no solo no le importa pisotear a los débiles sino que lo exhibe como una bandera de su casta... Toda su vida es un fraude, ficticia y la corrupción como el desprecio de los que no piensan igual que es idiosincrasia: un neoliberal, capitalista, sí, y un fascista inconsciente, patriotero y consentido esencial
Este pictocaligrama parcial, presenta la imagen de este individuo, con características de un joven de pijo, encorbatado y enchaquetado, que inicia el poema escrito a mano, que es quien lo describe:
No hay comentarios:
Publicar un comentario