El pictocaligrama muestra un paisaje natural con cierta desolación y cercano al río, pero que revive gracias a nuestra ausencia. Un muro de piedras naturales observa el paisaje ante sí y propone una esperanza de regeneración que nosotros deberíamos ayudar a mantener... Y sin embargo, el paisaje representa la ficticia eternidad del Sin Tiempo que nos sobrevive como nos precedió como una paradoja simbólica.
Así reza mi poema perdido entre las sombras de las rocas:
Ejército de piedra nos vigila
impasible y corre el río y murmura.
Monte labrado, tierra oscura,
umbría de bosques, sabia de vida...
Atónitas están, piedras vigías...
En el Sin Tiempo, lentos van los días.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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