Musa entre las musas, mujer ángel vuela en el escenario, el lago de los cisnes atrapado en él, incorpórea y bella, frente a un paisaje natural en el que deambula el tren de la esperanza, inaccesible a la mano autómata de la industria, de la mecánica, de la técnica y del interés, esta donna angelicata celestial, musa de las inspiraciones puras y espirituales como la propia creación artística y así lo reza mi imagen de pictocaligrama como mi poema, un soneto clásico que no deja de tener la impronta de la actualidad más evidente:
¡Oh, dulce inspiración paracaidista!,
blanca rosa con tu corola abierta,
cáliz de Afrodita, musa despierta
que giras delicada y siempre lista,
Tus dos pares de hélices, prevista
de dónde has de posar de forma cierta
y encuentras en el cielo siempre puerta
para tu vuelo angelical sin pista,
posándote en el suelo delicada
mas girando peonza sin parar
en derredor de un júpiter sedoso.
Brincos, cabriolas, giros en la nada,
vuelo de un ángel...: le llaman danzar
a este deambular de hadas prodigioso.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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