jueves, 23 de mayo de 2019

BASILISCO

Si en ocasiones acudo al valor simbólico, en este caso, y no porque no lo tenga, muy al contrario, iremos directamente a la descripción, en mi poema, del animal, en este mi pictocaligrama que, a la imagen del reptil, fusiona un poema que lo describe y se incrusta en el animal para pasar a las aguas fluviales o lacustres que recorre como espectro que huye del peligro.

Nombre pomposo de rey o monarca en griego para un lacértido ponzoñoso, cualidad que le ha valido ser simbolizado como dragón y como serpiente. 

Así reza mi poema:
Nombre de rey y monstruo te nominas,
exagerado enigma de un retrato
y una abominación ya mito gato,
enano dragón que el agua caminas

por huir de tus pesadillas. Minas
minas la voluntad de tu agresor ingrato
y soportas San Benito con trato
de bestia de la Bestia que alucinas

de pavor al hombre en tus pesadillas.
La furia ciega y tu nombre y tu clave,
siendo reptil te ven serpiente y ave

aunque entraste en los monstruos a hurtadillas,
fruto de leyendas, supercherías,
lacayo de magos y de arpías

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Mito surgido de la imaginería clásica, grecolatinohelenística, pasó a la céltica, goda y medieval como un dragón o serpiente ponzoñoso e iracundo que, además, como Medusa, mataba con la vista (de su ira incontrolable  surgió el dicho de ponerse hecho un basilísco. Es decir, furibundo y de su ponzoña lanzada con la mirada, la metáfora de una pieza de artillería) que no halló realidad hasta nominar un reptil del tamaño de una iguana pequeña, de color verde, que tomó el nombre por llevar una cresta que lo coronaba como a un rey.

El símbolo fabuloso y maléfico llevó al símil del lagarto real con carácter metafórico del original.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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