Para tragar una Realidad aciaga y sospechosa, para olvidar las miserias y penurias de este mundo decantado al patetismo y a la histeria y para tomar el valor necesario para asumirlo, lo mejor es licuarlo y convertirlo en zumo de dolor, de frustración y de consciencia y obsequiarlo a esos ambiciosos, poderosos, a los ultras, a los xenófobos, homófobos, racistas, sexistas, machistas, violadores, violentos, militaristas y miserables y a los gurús religiosos más extremos que multiplican esa sensación de angustia el peligro para degusten la pócima que se destila de su intolerancia... Es el delirium tremens concentrado que se extrae de su ignominia, a ver si se dan cuenta de que sabe a rayos. Y no, no es mortal sino que produce empatía, tolerancia y comprensión con los demás, con los distintos, con los otros y con todos y les abre los ojos a la sensación que produce el miedo, la violencia y el odio en los demás...
Es como un aceite de ricino...
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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