Hay veces que el tiempo corre tanto que no puedes pararte a plasmar lo que la pasión haría en imágenes porque, aturdido, no asiste la calma para domeñar el instinto y hacerla creación conjunta... Vendrá, pero el impacto del dolor puede ser tanto que, a veces, no puede manar sino es desbordada de emociones del instante... Este es el caso. La muerte de mi amigo y compañero del alma, en la distancia (murió ayer, hospitalizado en Berga de esa plaga voraz y caníbal que es el cáncer... Del dolor y del alma sincera, crispada y aguijonada de pena, sólo pudo surgir entonces un poema... Este que ahora dedico en su recuerdo imborrable...
Si una imagen puede valer más que mil palabras, si hay silencios que dicen más que las palabras mismas, para quien la palabra es forma habitual de decirse en sentimientos, las palabras pueden decir, emocionadas, lo que no puede suplantar la distancia geográfica, la frialdad de un teléfono y hasta compartir el dolor en la comunidad de un entierro ante cientos de personas que no conoces...
Murió ayer, un maldito 15 de marzo, de este 2017, pero fue, sin duda, su cuerpo, no su amistad ni su recuerdo imborrables:
A ANSELM CABÚS I TORRA
(Pintor, escultor y, sobre todo, compañero y amigo)
La noche carnívora devoró tu alma...
tu cuerpo minado, ardía
de dolor en tus entrañas. Quería
secuestrar la creación y, en calma,
tramó una batalla de destrucción
contra el instinto...
Pincel y piedra, ritmo y armonía...
Toda tu obra estaba viva.
Latía, corazón de lo distinto,
por mucho que la vida fuera esquiva,
en tu mano se creaba sinfonía...
Y fuiste amigo, amigo te sentía...
Nuestras sombras se proyectan buscando
creación de aquí al infinito...
y en todo arañábamos hurgando
la semilla de su esencia
intuida de su imagen y apetencia...
La creación y la amistad verdaderas
jamás tuvieron fin siendo sinceras
y por ello no buscan finiquito...
Tu cuerpo se habrá ido,
no tu amistad ni tu recuerdo vivo.
Tu ausencia me deja, sí, dolorido;
tu recuerdo, tu recuerdo, vive
más allá de lo que ahora y aquí escribo.
Compañero del alma, compañero,
la amistad de verdad nunca prescribe
y esa la tienes, te la di, sincero
y esa, por sí sola sobrevive.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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