Mayo junieaba de Sol ardiente al principio del confinamiento. Un Sol atroz que junio ocultaría. Tras los paseos perrunos, al fin se podía andar largo trecho por el Paseo Marítimo y podías sacarte la mascarilla si no había aglomeraciones de gente, pero era un placer poder estirar las piernas y pronto salir a pasear al campo y la montaña de los alrededores.
Este caligrama de recorrido que alterna caligramas locales, uso visual de la grafía mayúscula y poemas a la usanza clásica, refirió en su momento esa solana que nos acompañó en mayo para volver a una primavera de tiempo inestable, tormentas y chubascos en junio.
El Sol y los paseos alimentaban la esperanza del fin de la cuarentena que la guarricie de las masas contradecía con aglomeraciones en paseos, terrazas e invasiones de playas y paseos y alfombras de mascarillas y guantes por doquier, campo y bosque incluido. Todo el mundo se lanzó a hacer deporte corriendo, en bicicleta, surfing... y largas caminatas para rehacer figura y salud atrofiadas. Renacía un cierto aire de liberación más que de Libertad:
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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