Es vox populi que un partido machista, misógino, franquista, ultraconservador, tradicionalista, racista, antidemocrático, patriotero y ultracarca y ultraderechista es un peligro para España, los españoles y la democracia y en ello no son inocentes ni los partidos de derechas como PP y Cs ni los independentistas de Catalunya o Euskadi. Agitar las banderas del odio y la intransigencia, identificar España y lo español y sus símbolos con el fascismo, mitificar la figura del Dictador y sus símbolos eludiendo el imprescindible olvido de esta, la Guerra Civil y el Gobierno Franquista no pueden llevar más que a la histeria, la irracionalidad, el patrioterismo y la intransigencia, culpar de todo a los inmigrantes y hasta resucitar el fantasma de la Guerra Civil puede abocarnos directamente a ella. Es quizás lo que encantaría a los independentistas para autoafirmarse en los motivos de su secesión y conseguir apoyos internacionales y lo que interesa a los partidos de derechas para conseguir el poder, pero es lo que haría desaparecer de un plumazo todos los derechos adquiridos, la paz y el bienestar social y lo peor es que, a todo ello precede el clímax internacional en el que, con los mismos rasgos fascistas y nazistas, patrioteros, misóginos, racistas, xenófobos, sexistas, proteccionistas, ultraconservadores, intransigentes, histéricos e intolerantes y lo ocurrido en España y sus autonomías (todas) no deja de ser un rasgo que se suma a una posibilidad internacional de abocarnos a un devastador, criminal, brutal conflicto global de consecuencias quizás definitivas... Austria, Hungría, Polonia, Macedonia... Italia, movimientos como el FN francés, medidas como las danesas, el auge de partidos de extrema derecha en toda Europa, Donald Trump y su Primero América pero blanca y rubia y sospechosamente aria, el Brexit, el Estado Islámico y el yihadismo, los ultraconservadores israelís, el presidente Filipino, Arabia Saudí, Putin, Madero, Nicaragua... Corea del Norte... El número de chalados, histéricos y fascistas crece y se multiplica... La intolerancia y la intransigencia pueden adaptarse a la ultraderecha y a la ultraizquierda, pero su odio, su ira, su patrioterismo, su intransigencia ante el otro, rival o no, y el distinto les aúna... Si el caligrama habla directamente de VOX, a todos ellos identifica en el común denominador de los virulentos a los que no les importaría abocarnos a todos a una guerra, civil o global... La sangre y la violencia es para ellos un juego, un videojuego y los muertos reales, por los que no sienten empatía ninguna, como los personajes de estos... Solo serán conscientes de lo que han hecho cuando lo prueben con sus carnes, porque las ajenas no son, para ellos, ni siquiera empatizables como humanas sean viviendo la guerra o huyendo en manadas de ella, del hambruna, de la miseria y de la muerte.
El poema es, pues, una alerta, un grito que llama a la conciencia de todos para que volvamos a ella, a la mesura, a la concordia, a la tolerancia, a la razón y al respeto a todos y a todas las ideas que eluden el odio, la intransigencia, la ira, la venganza y la codicia.
El pictocaligrama, mi caligrama, es claro. Vox, el partido político de ultraderecha franquista española y lo que representa, es presentado como un dinosaurio, un terrible tiranosaurio resurgido de las terribles profundidades del pasado que algunos, los antes mencionados, se empeñan en no olvidar como una pavorosa fiera dispuesta a devorar a los demócratas, a sus oponentes ideológicos y físicos y estos huyen despavoridos en campo abierto y desolado sin lugares donde cobijarse y prácticamente desierto, abocados a una letal y horrible suerte, ser devorados por el monstruo y su furia ciega. Pero este dinosaurio representa, en el concreto de nuestro suelo, el común de la especie resurgida por todo el mundo, a los que se iguala como especie en todos sus rasgos.
El poema que lo integra, mi poema, es claro en su identificación física, ideológica e idiosincrásica y en su simtomatología y caracterología: es Vox y lo que representa sin ninguna duda...
Y dice así:
Un monstruo ha nacido y sabemos
cómo y el por qué de su nacimiento.
Un carcamal jurásico y violento
del que huimos muchos y al que tememos.
Misógino, machista... Conocemos
el grito intolerante y su cimiento
fascista y nazi y su bregar crüento.
Su territorialidad patria vemos
agitada de banderas y en guerra.
Ama uniformes y armas y medallas
y cree que la Península es su Tierra,
de un pasado glorioso de metrallas
y de hombres y fantasmas y justicieros,
cegados de ira y de Dios, guerreros.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
Esperemos que este espanto, este yihadismo patrio, no crezca y se nutra del odio y de razones para adueñarse del poder de nuestro territorio ni del de ninguno de la faz de la Tierra. Nada peor que ganase democráticamente un partido así ni en nuestra casa ni en parte alguna.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ