Ahora que va a cumplirse el centenario de su nacimiento, un 28 de julio de 1917, conviene no olvidar, sino glosar la singular poesía de esta poeta de difícil ubicación en una generación concreta (y no tanto por su edad sino de las características de la misma). Una poesía de palabra llana, planteada como un juego, con puntos de paralelismo con la greguería de Ramón Gómez de la Serna, con ese punto de cruce entre la metáfora lírica, la ironía y la reflexión que también conecta con el vanguardismo de Edmundo de Ory o Juan Eduardo Cirlot. Su musa fue una mujer y más allá de la evidencia sexual, interesa la particularidad amable de una poesía vanguardista, con atisbos surreales y dadaístas y aspecto de naturalidad ingenua que se asoció a la infancia y a los niños a los que tanto amó y tanta buena literatura dedicó... Claramente nos mostró que la niñez no hay que perderla sino guardarla en el poso vital sobre el que reposa nuestra madurez.
El caligrama, mi caligrama, es claramente un pictocaligrama, en donde donde las letras de mi poema, claras y meridianas, muestras sobreimponerse al dibujo en una clara convivencia de ambas en las que dibujo y poema se complementan sin devorarse uno a otro, ni otro a uno, y representa su rostro, de rasgos claros, casi caricaturescos, con su sonrisa pícara y su bondad natural y su ingenuidad infantil que pasaba connaturalmente, de su rostro a su humanidad toda y de esta a su obra literaria...: poesía, poesía infantil, cuento...
En este mi sencillo y merecido homenaje, a esta gran y particular poetisa, el poema que lo integra, mi poema, glosa la figura mostrando sus características poéticas y utilizando como base el título de uno de sus poemarios, en este caso, una antología de su obra.
El poema que lo integra dice así:
Gloria, poeta de guardia escribía
de sí. Poetisa llana y circunfleja,
jugar con las palabras prefería
y la verdad pagaba a tocateja.
tenías un punto de greguería,
sorna poética, talla refleja
de lo que llanamente acontecía,
metáfora, algarabía, que deja
la lírica en la calle, cotidiana;
la sencillez preciosa de los lirios;
la ironía a flor de piel, una ventana,
asida al laberinto; tus delirios,
un punto de dadá y surrealismo
para indicarnos dónde está el abismo
invisible o visible, siempre alarma.
Por eso eran fuertes tus ideales.
Pintabas bien los rostros más reales
poniendo en la palabra fiel el arma
que a corazón y mente bien desarma
de ese catecismo de las banales
cosas que se nos dan descomunales
e insignificantes son en su karma.
Gustabas de la infancia y era un juego,
tu vida, tu verso, tus albos cuentos
de madeja liada en los asientos
de las palabras llanas y de apego...
Tu Parnaso será un columpio eterno
de olas donde no existirá el infierno
sino tú en la gloria de los más fuertes,
lleno de dulces espectros inertes,
fuera de este cosmos abstruso y ciego.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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