martes, 2 de mayo de 2017

BERLÍN, MURAL - II

Volviendo al viaje a Berlín, al Muro de la Vergüenza, como símil de la protesta de un pueblo que ansiaba reconocerse y volver a ser plenamente libre y exento de muros que coartasen su libertad. La ciudad clamaba... La sangre derramada, simbolizada aquí en rojo, era exponente suficiente de aquellos que cruzaban de Berlín Este a Oeste y del yugo comunista impuesto por la RDA a sus súbditos y, en especial, a los berlineses que dejaban su vida en el intento. La RFA buscó una Europa Unida y democrática radicalmente opuesta al régimen fascista del que provenía como causa de la Segunda Guerra Mundial que Hitler causó. Parece que lo hemos olvidado todo y un mundo convulso se debate por acabar con esta gran obra que nació para acabar con cuanto cuestionaba la libertad y la democracia y que había dispuesto para ello una unión que se imponía a los estados para crear una especie de superestado que abarcase a tos los europeos en una unidad común.

Frente a este mundo desquiciado del Brexit y en el que Le Pen quiere volver a los nacionalismos, al proteccionismo y a las catacumbas, Berlín es un símbolo real de la tolerancia como no lo son quienes quieren acabar con la UE cargados de xenofobia y nacionalismo radical.

Es cierto que la UE ha cometido grandes errores, que ha privilegiado a los bancos y a las empresas antes que a los ciudadanos de a pie, que ha dejado desprotegidos, y se ha mostrado dividida y estéril ante la ola de emigrados de la desgracia, sea militar o de la misma e impresionante hambruna que acucia a bastante más de mediomundo, y es cierto que ha sido hipócrita en su trato con los marginados y altamente desunida e interesada ante los conflictos, pero volver a la Europa de las Fronteras, de la desconfianza y del proteccionismo es volver al punto de partida y al mundo perfecto para volver a desencadenar un conflicto mundial de causas nimias y feaciente intransigencia y efectos imprevisibles y del que no es descabellado presagiar que acabe con todo y con todos.

El caligrama, como el anterior mural.caligrama, del que es continuación, surge de idénticas sugerencias y estímulos y recoge, como aquel y como el muro berlinés, una sentida voz de alarma a un mundo que venció al nazismo y su horror inexcusable y está volviendo a él a pasos agigantados de histerismo e intolerancia y no precisamente en la Alemania de Merkel, donde tales movimientos, existen, pero son residuales y roguemos por que, en España, donde tales movimientos radicales tampoco tienen éxito importante, tampoco se deje arrastrar por esa ola de intolerancia agitada por el miedo a lo diferente que recorre Europa y el Mundo en sí, por mucha ira desmelenada que recorra a los intolerantes del DAESH y la Yihad Islámica, al loco presidente de Corea del Norte o al de Filipinas y al mismo Maduro como a Erdogan, Donald Tramp o Vladimir Putin.

La nefra sombra del horror nos grita en negro, arrinconando la sangre de las víctimas de su intransigencia. En ellas reside el horror de la violencia y en lo demás la dictadura brutal de los intransigentes ocupándolo todo hasta destruir todo rastro de tolerancia y humanidad... Como el muro, la Tierra será un grito de dolor y horror sin futuro.

La negra intransigencia es un virus que se expande en todas direcciones abarcándolo todo y emparedando la voluntad y la tolerancia para hacerlo una masa violenta y egoísta capaz de destruir todo lo que no identifique consigo mismo.

Nada más horroroso que un mundo dominado por banderas, credos, religiones... una torre de babel de estados ciegos al distinto, mudos a su dolor e insensibles a todo y a todos.

MANUEL MILLÁN CASCALLOÓ


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