La imagen del caligrama (más exactamente un pictocaligrama) es clara, un canguro en imagen con un poema que le describe en su esencia por sus características de identificación social como geográfica (y esa es la razón de que se inscriba al MUNDO, poemas de identificación y adscripción geográfica, étnica y medioambiental de todos los lugares del mundo, dentro del poemario Mundo, demonio y carne). El poema aprovecha las sombras que dan volumen al animal y su contorno para describirse como su descripción y su carácter de mamífero ancestral, la de su entorno, la identificación geográfica y estatal con Australia y su idiosincracia, como con su carácter simbólico en la hembra, de madre cuidadora y vigilante amatísima de sus crías, buscando en uno y otro su descripción e identificación lírica.
El poema que lo compone, mi poema (como mi caligrama), reza así:
A saltos, a grandes saltos, recorro
el espasmo de la huida en latidos
mientras mis sueños siguen aún dormidos,
ajenos a la urgencia y el socorro.
Desde el pasado, dinosaurio corro,
mamíferos de tiempos detenidos.
Abolidos los huevos con sus nidos,
llevo mi propio bolso con su forro
y en él, un futuro aún quebradizo,
en este balcón saltarín que es su abrigo.
En esta ancestral tierra de hechizo
retrato su paisaje, sumo y sigo
a saltos sobre el tiempo detenido,
mi cola equilibrio en su tendido.
La tierra me subyuga en su pradera,
y en los bosques de eucaliptus, la hierba...
Un verde mar quisiera en el desierto,
mas las acacias, buenas guerrilleras,
la presencia de herbívoros enerva
y ahuyentan al peligro más incierto.
Callitris, malaleucas, casuarinas
con buenos compañeros de mis juegos,
cual los manglares, trampas sibilinas
donde son ineficaces mis ruegos.
A Australia como nadie represento.
Columnas tengo por patas traseras,
largas, fuertes y potentes y ligeras:
Un resorte son, mi trono y mi asiento
y mis cortos brazos son dinamita.
Mi cabeza a la de la cierva imita
y mi marsupio da fama de madre,
la nurse perfecta, la cuna andante,
con mecedora y columpio ambulante
hacen que, en el símbolo, todo cuadre
si soy hembra amorosa y vigilante.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
El paisanaje, sea de hombres o animales o de plantas, identifica el paisaje donde vive y así se hace un mundo propio y distintivo al que identifica por la simbiosis de un territorio con los pobladores que lo identifican y así, en la identidad, componemos ese mundo en el que la humanidad con sus intereses egoístas y ambiciones pone el demonio y la carne por el que lo modifica a sus intereses. Esa es el sentido de la descripción de los mundos del mundo terrestre para llegar al hombre y a la humanidad que lo altera y lo destruye inconsciente o conscientemente.
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