No es la primera palmera que convierto en caligrama, pero aquella primera glosaba una sensualidad sinuosa que huía de las brumas de una ciudad que nos atrapa en su hastío atado a la rutina y el sinsentido de una vida convertida en pura inercia del mecanismo de una sistema que nos devora y nos anula. Aquella entrecruzaba las tentaciones de una sinuosa serpiente y era un grito hacia la tentación, el gozo y el deleite, cuando esta, clara en los versos de su tallo-columna, como aquella se hacía deliberadamente laberíntica, es un grito de dolor que brota de las raíces hasta el claustro celeste de sus ramas. No voy a comparar sus versos, bastará con compararla a la PALMERA de La ciudad entre la bruma impertinente para comprobar la distancia entre la afinidad de diseño y la diametral diferencia de mensaje para demostrar el peso del instante en el símbolo y su asociación al mundo sensible que lo provoca.
PALMERA I
Aumenta el tamaño y acude a la letra para comprobar la distancia entre dos mensajes polarmente opuestos asociados a un mismo símbolo y ambos, caligrama y poemas, surgidos de una misma mano, la mía, aunque con 9 años de distancia y un contexto abismalmente distinto solo unificable por medio de la bruma del tiempo que cubría aquella ciudad de hastío y esta de dolor y grito
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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