domingo, 21 de junio de 2015

PALMERA II (y PALMERA)


No es la primera palmera que convierto en caligrama, pero aquella primera glosaba una sensualidad sinuosa que huía de las brumas de una ciudad que nos atrapa en su hastío atado a la rutina y el sinsentido de una vida convertida en pura inercia del mecanismo de una sistema que nos devora y nos anula. Aquella entrecruzaba las tentaciones de una sinuosa serpiente y era un grito hacia la tentación, el gozo y el deleite, cuando esta, clara en los versos de su tallo-columna, como aquella se hacía deliberadamente laberíntica, es un grito de dolor que brota de las raíces hasta el claustro celeste de sus ramas. No voy a comparar sus versos, bastará con compararla a la PALMERA de La ciudad entre la bruma impertinente para comprobar la distancia entre la afinidad de diseño y la diametral diferencia de mensaje para demostrar el peso del instante en el símbolo y su asociación al mundo sensible que lo provoca.

PALMERA I

Aumenta el tamaño y acude a la letra para comprobar la distancia entre dos mensajes polarmente opuestos asociados a un mismo símbolo y ambos, caligrama y poemas, surgidos de una misma mano, la mía, aunque con 9 años de distancia y un contexto abismalmente distinto solo unificable por medio de la bruma del tiempo que cubría aquella ciudad de hastío y esta de dolor y grito

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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