En el Centenario de su nacimiento en Orihuela, en 1910, este caligrama viene a sumarse a larga serie de homenaje que un poeta de la talla de Miguel Hernández Gilabert tiene más que sobradamente. Aquel imponente poeta, dramaturgo y ensayista, epígono de la Generación del 27 y guía y cabeza visible de la Generación del 36, a la que el pertenecía, que padeció como ninguna la Guerra Civil, dividida en ambos bandos por un conflicto fraticida y cruel. Aquel poeta comprometido con el pueblo y con el marginado, con el obrero y el trabajador que combatió en el frente y formó parte del Altavoz Cultural del Bando Repúblicano, lo que le llevó, al acabar el conflicto, a ingresar en prisión, en las prisiones franquistas y ser condenado a muerte por los Tribunales Militares. De poco sirvió que la pena le fuese conmutada al saberse herido de muerte por la tuberculosis. En aquella prisión dejó su vida en 1942.
El gran poeta, el luchador que tan bellos versos sembró no podía ser olvidado.
Mi caligrama toma como base el famoso dibujo que el dramaturgo Buero Vallejo, que compartió con él prisión y el busto diseña las líneas y sombras de su fisonía a partir de un poema mío que recuerda su vida, su obra, su vida, su amor al pueblo y a España por la que luchó e, innegablemente dio su vida y reza
El gran poeta, el luchador que tan bellos versos sembró no podía ser olvidado.
Mi caligrama toma como base el famoso dibujo que el dramaturgo Buero Vallejo, que compartió con él prisión y el busto diseña las líneas y sombras de su fisonía a partir de un poema mío que recuerda su vida, su obra, su vida, su amor al pueblo y a España por la que luchó e, innegablemente dio su vida y reza
Mil novecientos diez: Naciste tú.
Y era Orihuela religiosa y triste.
Tu infancia entre conventos asumiste.
La pobreza era gigante y tabú.
Tu padre te quiso pastor, tu madre,
instruido y libre...: Y mucho leíste...
Aquel curita protector tuviste
que supo ver tu poético encuadre...
Y escribiste, sí. Poemas humanos...
Y fue Madrid surreal la llamada
y luego el hombre y España y su grito
y la herida del odio en tus hermanos.
Y luchaste contra él en tu cruzada,
hasta ser como el hombre, ser proscrito...
Aquel Alicante de prisión y muerte
que quería tu voz muda y callada
en manos del tirano, cuerpo inerte...
Tu cuerpo consiguió, de tu voz, nada.
Quedó el eco, tu palabra erizada,
tu denuncia, el tiempo la hizo más fuerte.
La sombra acusadora y alargada
señala al dictador y nuestra suerte
como un dedo cargado de futuro,
cuando fuera de las sombras hermano
y haya el pueblo el castillo desmontado,
libre al fin, al otro lado del muro...
Compañero del alma siempre humano,
que nos mostraste el camino anhelado
Y era Orihuela religiosa y triste.
Tu infancia entre conventos asumiste.
La pobreza era gigante y tabú.
Tu padre te quiso pastor, tu madre,
instruido y libre...: Y mucho leíste...
Aquel curita protector tuviste
que supo ver tu poético encuadre...
Y escribiste, sí. Poemas humanos...
Y fue Madrid surreal la llamada
y luego el hombre y España y su grito
y la herida del odio en tus hermanos.
Y luchaste contra él en tu cruzada,
hasta ser como el hombre, ser proscrito...
Aquel Alicante de prisión y muerte
que quería tu voz muda y callada
en manos del tirano, cuerpo inerte...
Tu cuerpo consiguió, de tu voz, nada.
Quedó el eco, tu palabra erizada,
tu denuncia, el tiempo la hizo más fuerte.
La sombra acusadora y alargada
señala al dictador y nuestra suerte
como un dedo cargado de futuro,
cuando fuera de las sombras hermano
y haya el pueblo el castillo desmontado,
libre al fin, al otro lado del muro...
Compañero del alma siempre humano,
que nos mostraste el camino anhelado
Y su voz quedó y fue un grito entre las generaciones poéticas y literarias que le sucedieron y se canción cuyo sonido no paró hasta llegar a la Democracia, devolviendo al pueblo lo que el tirano le había quitado por las armas
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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