lunes, 26 de abril de 2010

BAILARINA, DIANA-ARTEMISA

El caligrama forma parte del poemario, El dia de la dança, que recoge poemas y caligramas sobre la música, la danza y los instrumentos escritos y/o diseñados en castellano o en catalán. Aquí, una pareja de baile representa a una Amazona, a la reina de las amazonas identificada con la diosa Diana (latina) o Artemisa (griega), la diosa cazadora, en manos de uno de sus compañeros de caza, a los que luego daría muerte cuando, éstos enamorados y atraídos por su encantos, intentaron ultrajarla.

El poema reza así:

Revoloteando, blanca mariposa,
vas, ángel helicóptero, tu vuelo
hilando como peonza sobre el suelo,
mostrándote infinitamente hermosa.

La Diana cazadora, sutil diosa,
la Artemisa en su edén de puro cielo
que danza con su galán de terciopelo,
jugando a ser del viento frágil rosa

que vuela caprichosa con su aroma,
veleta de la hipnosis atrayente,
que a su compañero de caza atrae

a la lujuria y, cuando está se asoma,
surge en la diva su furor demente,
dándole muerte hasta que a sus pies cae

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

viernes, 23 de abril de 2010

EN TU PALABRA (Homenaje a Miguel Hernández en el Centenario de su nacimiento en 1910

En el Centenario de su nacimiento en Orihuela, en 1910, este caligrama viene a sumarse a larga serie de homenaje que un poeta de la talla de Miguel Hernández Gilabert tiene más que sobradamente. Aquel imponente poeta, dramaturgo y ensayista, epígono de la Generación del 27 y guía y cabeza visible de la Generación del 36, a la que el pertenecía, que padeció como ninguna la Guerra Civil, dividida en ambos bandos por un conflicto fraticida y cruel. Aquel poeta comprometido con el pueblo y con el marginado, con el obrero y el trabajador que combatió en el frente y formó parte del Altavoz Cultural del Bando Repúblicano, lo que le llevó, al acabar el conflicto, a ingresar en prisión, en las prisiones franquistas y ser condenado a muerte por los Tribunales Militares. De poco sirvió que la pena le fuese conmutada al saberse herido de muerte por la tuberculosis. En aquella prisión dejó su vida en 1942.

El gran poeta, el luchador que tan bellos versos sembró no podía ser olvidado.

Mi caligrama toma como base el famoso dibujo que el dramaturgo Buero Vallejo, que compartió con él prisión y el busto diseña las líneas y sombras de su fisonía a partir de un poema mío que recuerda su vida, su obra, su vida, su amor al pueblo y a España por la que luchó e, innegablemente dio su vida y reza

Mil novecientos diez: Naciste tú.
Y era Orihuela religiosa y triste.
Tu infancia entre conventos asumiste.
La pobreza era gigante y tabú.

Tu padre te quiso pastor, tu madre,
instruido y libre...: Y mucho leíste...
Aquel curita protector tuviste
que supo ver tu poético encuadre...

Y escribiste, sí. Poemas humanos...
Y fue Madrid surreal la llamada
y luego el hombre y España y su grito

y la herida del odio en tus hermanos.
Y luchaste contra él en tu cruzada,
hasta ser como el hombre, ser proscrito...

Aquel Alicante de prisión y muerte
que quería tu voz muda y callada
en manos del tirano, cuerpo inerte...
Tu cuerpo consiguió, de tu voz, nada.

Quedó el eco, tu palabra erizada,
tu denuncia, el tiempo la hizo más fuerte.
La sombra acusadora y alargada
señala al dictador y nuestra suerte

como un dedo cargado de futuro,
cuando fuera de las sombras hermano
y haya el pueblo el castillo desmontado,

libre al fin, al otro lado del muro...
Compañero del alma siempre humano,
que nos mostraste el camino anhelado

Y su voz quedó y fue un grito entre las generaciones poéticas y literarias que le sucedieron y se canción cuyo sonido no paró hasta llegar a la Democracia, devolviendo al pueblo lo que el tirano le había quitado por las armas

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

lunes, 19 de abril de 2010

ÁFRICA, UN GRITO EN LA CONCIENCIA

Inequívocamente un caligrama, las letras y disposición de las mismas (buscando el perfil de las sombras, los recovecos de la piel y de las ropas), combinadas con el dibujo de sombras para remarcar la cará del bebé, envuelto en ropa y las manos de su madre sirven para mostrar una madre, negra y musulmana, subsahariana, con su bebé para dar un redoble en la opulencia del rico mundo occidental para oír el grito de la hambruna, de la miseria, del abandono del continente africano representado ante quien más lo sufren, las mujeres, más siquiera si son madres con sus pequeños, y los niños, de un continente famélico, sediento, expoliado en sus materias primas y en su cultura, olvidado a su suerte y enfermo de odio y guerras, de pobreza, de tiranía e injusticia y de toda suerte de enfermedades y plagas agravadas por la insalubridad galopante y la falta de medicinas, de médicos y enfermeras y de escuelas.

África es grito que más claro y contundente debe sonar en nuestras conciencias insensibles al dolor ajeno (Aunque bien es verdad que desgraciadamente no es el único grito desgarrador que debemos oír, pues ahí están Centroamérica y buena parte de Sudamérica y de Asia, que están en el mismo caso). Ese Tercer Mundo que es el agudo grito desgarrador que nunca cesa.

A su lado, por muy profunda y dolida que sea mi poesía, que diseña el dolor y el dolor en esta imagen, deja de tener fuerza. La imagen y su símbolo se basta más allá de la palabra, por muy bella, dolida y profunda que sea.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

sábado, 10 de abril de 2010

MANZANA, TENTACIÓN, ÁCIDA DULZURA

El caligrama representa el fruto como símbolo bíblico que atrajo sobre Adán y Eva, la tentación sobre los placeres sensitivos y como la fruta que lanzó la diosa Discordia en el Olimpo y que provocó, el juicio de Paris, el rapto de Helena y la Guerra de Troya recogida por Homero y la tradición clásica griega, para adentrarse en el sabor, en el placer gustativo para representar simbólicamente los placeres prohibido, la evocación sensitiva y los placeres sencillos y asequibles.

El caligrama recoge un soneto cuya primera estrofa conforma el contorno de la fruta para descender, de forma envolvente y de arriba a abajo y que dice así:

Tú eres fruto sensual, dulce nutriente.
¡Por algo te escogió el demonio, artero,
para ser tentación, síndrome fiero,
cuando tomó la forma de serpiente!

Y fuiste Discordia de diosas, patente,
la furia que arrasó Troya, puchero
de las iras de griegos, pueblo entero,
que clamó por Helena, tristemente.

Ese bocado dulce y prolongado,
que será también ácido y sensible,
jugo de lo sabroso y exquisito,

que en la boca será bien saboreado.
Un placer para todos asequible
que la tierra nos da en árbol bendito

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

domingo, 4 de abril de 2010

RETRATO DE JOHANN WOLFGANG GOETHE

Como ya ocurriera con Kafka, el caligrama refleja el retrato del retrato de Goethe, el autor de Fausto, de Werther y otras obras magistrales de la Literatura Universal. Se plantea pues como un homenaje al autor, aunque aquí sin el nexo de su ciudad natal. El caligrama se construye con tres sonetos alusivos a su obra y a su vida y reza así (siguiendo las normas habituales de presentación, de arriba a abajo, de izquierda a derecha y antes el rostro que el torax cubierto por el gabán):

Nací en Francfort para ser Dios y fui
dramaturgo, poeta, novelista,
estudioso de todo y ensayita
y de filosofía me hice a mí.

Yo era mi mismo Fausto berbiquí.
Erudito, estudioso, equilibrista,
poeta, sí, pero dúctil prosista,
hipérbole creativa de sí,

que nació naoclásico ferviente,
y la propia razón, firme tirana,
feroz me arrastró hacia el romanticismo.

La locura del genio, hecha serpiente,
me asomó hacia el abismo en su ventana
y me hizo, así, fantasma de mí mismo.

Y fui Werther, fui Fausto y fui Clavijo,
el tormento del hombre fehaciente,
huracán de sí mismo, subconsciente,
el grito del suicidio, su amasijo,

la pasión del hombre y su crucifijo,
el ansia del conocimiento demente,
el dolor del amor más vehemente,
néctar del corazón, conspicuo alijo,

que no puede sufrir el abandono
de su fuente de pasión, imán vivo,
de su hipnosis animal, voraz fiera,

que devora su razón con encono
y lo arrastra a lo animal y lascivo,
donde la misma razón desespera.

Y fui Goethe, Fausto, Werther desatado,
la vorágine del tiempo mismo,
como el grito del hombre en su escapismo,
que huye de su corazón desalmado,

que a bocados lo tiene aprisionado.
Pero más huye del frío cinismo,
de la razón, arduo canibalismo,
que devora así su ente maniatado

con el saber, su vértigo castigo,
que abarca todo y todo lo demuele,
conciencia del dolor que hace mendigo

al rey, al sabio y al que piensa y suele
reflexionar sobre cuanto acontece,
y al hacerlo, de saber, envilece.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ