viernes, 2 de marzo de 2018

LUDIBRIUM OCULORUM


Ludibrium oculorum es el tópico clásico del engaño de los ojos que mantuvo claro el mundo teocentrista medieval por el que los placeres terrenales eran un engaño satánico que nos arrastraba a la perdición tentándonos con placeres engañosos y fútiles... Sin caer en hipérbole ética de ver en todas las formas de gozo y belleza terrenales la mano de un Satán en el que no creo como tampoco creo en Dios ni en ningún dios intangible, convengamos en que no es falso que muchos de los gozos y sensaciones placenteras son fútiles y ello no es más que un carácter beneficioso ya que la continuidad de un placer hasta la infinitud nos saturaría y llevaría al hartazgo y que, ciertamente, los sentidos nos engañan más de una vez y, sobre todo, nos engañamos nosotros augurando una sensación hiperbólica del mismo que, sentido después, puede hacérnoslo saber a poco, mientras que el placer inesperado y sorprendente suele hacerlo más agradable, lo mismo que el dolor inesperado lo sentimos más agresivo y puro al cogernos desprevenidos.

La sociedad actual, basada en estado del bienestar y el goce materialista de la vida es un claro exponente de subversión e hiperbolización de valores convirtiendo lo superficial y banal en una meta de un placer huero y estéril pretendiendo además que la cantidad es un valor superior a la calidad y que no hay nada más placentero y poderoso que aquello que produce insana y estúpida en los demás en un mundo que claramente prefiere vivir para la galería que vivir y sentir verdaderamente.

La sensación de placer, física o mental, conecta directamente con nuestros instintos y nuestros y halla su mayor potenciador en el mundo onírico del subconsciente. Allí encuentra el altavoz perfecto, capaz de hiperbolizar y metamorfosear sensaciones sensoriales y crear imaginar que surgen de hibridar evocaciones de percepciones reales... Las imágenes que surgen pueden adquirir formas concretas que creemos reconocer pero que no son realmente descifrables porque surgen de coser harapos incompletos de las mismas...

Esta es exactamente la sensación que produce esta imagen poemada (separada esta vez la imagen y el poema que sugiere). Desde transparente recipientes vacíos hasta híbridos de cintos sin concreción absoluta, fusionados a un cepillo, pasando por una seta que es una chincheta, la llave de apertura de una lata que emana del suelo pueblan un planeta excéntrico e imposible al que se acerca una nave-mouse con su gran antena proyectada hacia el vacío espacial... Objeto cuya desubicación y reubicación alimentan la paradoja hipnótica de aquello que nos sorprende por su exotismo y por su rebeldía a la comprensión lógica... Lo que parecía reconocible deja de serlo por su contexto y así hallamos ese paralelismo al mundo que nos fabrica una realidad imposible de sensaciones incompletas que, alambicadas de espejos desprenden engañosos placeres que resultan disfraces sin contenido y terrores a monstruos hiperbólicos que no son más que proyecciones gigantes de juguetes de la urgencia y el momento...

Esa misma sensación es la que formula mi poema:
Cuando la imagen se sueña de formas
cerradas y reconocemos los límites,
creemos tener conciencia y normas
para identificar su identidad...
¡Qué iluso!...: No sabemos la verdad.
El ojo nos engaña, y es posible
que su ficción nos lo imagine cierto
pero son, de nuestra vigilia, sueños
dotados de verismo irreversible.
¿Quién distingue entonces del sueño diestro
la realidad?.
Ni siquiera nuestros sueños lo saben,
pues, en nuestro subconsciente ambos caben.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Ya la formulación barroca y descartiana dejó claro que lo único demostrable para cada uno mismo es la consciencia de sí mismo. Ese pienso luego existo que declaró que era difícil discernir entre la Realidad y la vigilia del sueño y por eso Calderón de la Barca formuló la vida como un sueño de Dios.

No de Dios, pero sí de sí mismo, nuestros sentidos alimentan nuestra conciencia para dar sentido a lo percibido como Realidad y que tratamos de descifrar separando la Verdad, lo cierto de lo que no lo es. Lo que es, sea en la Realidad o en la vigilia del Sueño, es el Hecho y este será la Verdad en sí misma, la percepción de ésta por cada uno de nosotros es solo un intento de suplantar ésta por nuestra percepción y nuestra comprensión de este y encima sujeta a la experiencia acumulada y a la percepción sensible e intelectiva momentánea del mismo... una variabilidad imposible e intangible de asumir como la Verdad incuestionable y, en s´misma, única, y solo calificable como la percepción instantánea del hecho que define esa verdad como nuestra verdad  instantánea, y nunca como la Verdad ni mucho menos el Hecho, ajeno en sí mismo a nosotros y eso incluso siendo nosotros mismos quienes lo hemos producido.

La Relatividad de esa asunción no puede más que demostrar nuestra pequeñez ante la comprensión de cuanto existe y cuanto es y eso requiere de una modestia que, desgraciadamente muy poca gente aplica ni posee ni esgrime

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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