domingo, 4 de marzo de 2018

EL LIBRO DE LAS TEMPESTADES

De nuevo una imagen poemada. Un recorrido sintético de imágenes igualmente sintéticas y meramente lineales, hechas sin levantar la punta del bolígrafo y aparentemente autónomas, envases vacíos o llenos, el libro que da título a la obra y resume imagen y poema, una chincheta de dolor retorcida y boca arriba y una lámpara de pie sin pantalla, todas ellas en contraste con su sombra negra y amenazadora, se hilan entre sí y hallan su nexo común en el poema, mi poema, que les da sentido de cohesión y contenido mientras las imágenes se unen entre sí por un fino hilo que las enlaza y muestra como una continuidad de trazo, el mismo que simboliza la unión de contenido y recorrido en su sentido original:

Inútil, la razón quiere atraparte
en jaulas de cristal.
Eres invisible.
Más sé que existes.
Yo sé que te descubre mi intuición.
Tu fantasma siento perceptible
y es un monstruo
que surge
inestable 
de los pozos...
Por eso urge 
desvelarte
por mucho que te cubras con embozos.

En tus páginas blancas te ocultas.
Pero están todas...:
Ventiscas, huracanes,
tifones, tormentas bruscas,
diluvios... Rayos y truenos 
de ira loca,
tornados que desatan caracolas
y toda clase de desmanes.
Los guardas en tu caja de Pandora.
Pero tu rostro infernal,
no. Ese es, sin duda tu animal
maldito.

Porque tus manos están sucias,
encenderé la luz:
verás que las sombras de angustias, 
se agigantan
y sus presagios te señalan.
Estás ahí, el abismo te oculta...
Mas tengo fe
y un día, todos sabrán quien eres tú...
Ese animal terrible y proscrito
que todo a su paso lo destruye.
Y tras de ti,
tinieblas y desierto,
un mundo roto y sin fin
del que la vida
y la razón huye
en un caballo sin brida.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

El poema reparte sus estrofas de forma natural, de izquierda a derecha y de forma autónoma hasta la lanzar su lapidario colofón ascendiendo el abismo desde su pozo hasta el límite del horizonte que lo sustenta que no es otro que el del límite de nuestro mundo, hasta allí donde alcanza nuestra mano que ha convertido cuanto toca en un desierto que alberga cada uno de los tótems construidos por nuestro tránsito por él.

Las negras sombras formulan el presagio y el poema alude a un mal satánico surgido de las entrañas de la Tierra, un mal aparentemente intangible e inatrapable en ninguna de las jaulas de cristal (los envases). La razón no puede definirte, pero existe la maldad atroz y está en el ser humano que desata todas las plagas del odio, la violencia, la intransigencia, la ambición, la envidia, el egoísmo, las patrias, las religiones, las banderas y hasta los equipos deportivos que alientan el fanatismo y la ira, y el poder corrupto y sin escrúpulos y un afán de protagonismo e intolerancia que acabará con todo y con todos y que es necesario desvelar, denunciar de luz constantemente... ¡Qué nadie oculte su rostro ni se haga ciego a lo que ocurre ni haga oídos sordos, al dolor, a la injusticia, al abuso, a la guerra... injusta y sin excusa ni motivos... Dios no existe, pero Satán, sí, y somo nosotros, el huracán, el tornado, la tormenta de rayos y truenos y el tifón que todo lo asola de muerte y de dolor, la infección, el cáncer que acabará con todo y con nosotros mismos.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ






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