domingo, 11 de marzo de 2018

PRISIÓN DE VIDA

La Vida es una invisible prisión que te atrapa de rutinas y cadenas invisibles de percibir desde la ingenuidad infantil, y aunque la juventud descubra los entresijos perversos de un Sistema impío con su apisonadora implacable, la idealidad y la energía proyecta espejismos de torearla y modelarla o tallarla a su medida... Pero la ambición caníbal del Sistema no tiene fin. Su infección es imparable, y acuciado de urgencias y de sinsentidos, la monotonía acaba anquilosando la energía y la voluntad y cibernatizando a todos sus individuos, infectados de hastío y atonía y acabas atrapado en tu propia vida, esa jaula transparente de la que ya nunca podremos salir, diluidos del mortífero veneno de las rutinas y los pagos y las deudas... y la supervivencia intrancendente y anodina.

Los surcos de la vida modelan tu prisión, pareces tuyo por ser diferente, pero no impide que seas un preso más de la infinitud tildada de humana, como todos y como cualquiera desde que empieza hasta que acaba el día, y la semana y el mes y el año y la infancia y la adolescencia y la juventud y la madurez cada vez más gris y la vejez y la moribundez y la Muerte y el olvido...

El caligrama representa la Vida como una botella de plástico trasparente para que tus golpes parezcan dar esperanza de una rotura imposible... y allí, en el líquido creciente, la voluntad se ahoga hasta completar la totalidad del envase que acabará diluida como tu propia existencia, cada vez tú más invisible, más ninguneado y reducido a un líquido viscoso para que el Sistema te pueda beber y tirarte como un deshecho sin valor perceptible...

El poema que lo integra, plasma esta percepción como una angustia, una opbsesión que te persigue manida de desengaños e incontrovertible a cualquier intento de para o invertir un proceso que no tiene solución posible:
Yo, encerrado, siento latir el flujo
de mis desengaños, intermitente
palpitar con su martillo,
berbiquí tozudo
que atornilla, tartamudo,
su tornillo.
Aguzando el daño,
con tu daga estás, impertinente.
Y aguzando estás el pozo
y ensanchando la herida
y ahondando, sangre, ardiente
ponzoña de tu serpiente
que carcome, venenosa,
el espacio de mi mente estrangulada...:
Mi obsesión impenitente.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

domingo, 4 de marzo de 2018

EL LIBRO DE LAS TEMPESTADES

De nuevo una imagen poemada. Un recorrido sintético de imágenes igualmente sintéticas y meramente lineales, hechas sin levantar la punta del bolígrafo y aparentemente autónomas, envases vacíos o llenos, el libro que da título a la obra y resume imagen y poema, una chincheta de dolor retorcida y boca arriba y una lámpara de pie sin pantalla, todas ellas en contraste con su sombra negra y amenazadora, se hilan entre sí y hallan su nexo común en el poema, mi poema, que les da sentido de cohesión y contenido mientras las imágenes se unen entre sí por un fino hilo que las enlaza y muestra como una continuidad de trazo, el mismo que simboliza la unión de contenido y recorrido en su sentido original:

Inútil, la razón quiere atraparte
en jaulas de cristal.
Eres invisible.
Más sé que existes.
Yo sé que te descubre mi intuición.
Tu fantasma siento perceptible
y es un monstruo
que surge
inestable 
de los pozos...
Por eso urge 
desvelarte
por mucho que te cubras con embozos.

En tus páginas blancas te ocultas.
Pero están todas...:
Ventiscas, huracanes,
tifones, tormentas bruscas,
diluvios... Rayos y truenos 
de ira loca,
tornados que desatan caracolas
y toda clase de desmanes.
Los guardas en tu caja de Pandora.
Pero tu rostro infernal,
no. Ese es, sin duda tu animal
maldito.

Porque tus manos están sucias,
encenderé la luz:
verás que las sombras de angustias, 
se agigantan
y sus presagios te señalan.
Estás ahí, el abismo te oculta...
Mas tengo fe
y un día, todos sabrán quien eres tú...
Ese animal terrible y proscrito
que todo a su paso lo destruye.
Y tras de ti,
tinieblas y desierto,
un mundo roto y sin fin
del que la vida
y la razón huye
en un caballo sin brida.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

El poema reparte sus estrofas de forma natural, de izquierda a derecha y de forma autónoma hasta la lanzar su lapidario colofón ascendiendo el abismo desde su pozo hasta el límite del horizonte que lo sustenta que no es otro que el del límite de nuestro mundo, hasta allí donde alcanza nuestra mano que ha convertido cuanto toca en un desierto que alberga cada uno de los tótems construidos por nuestro tránsito por él.

Las negras sombras formulan el presagio y el poema alude a un mal satánico surgido de las entrañas de la Tierra, un mal aparentemente intangible e inatrapable en ninguna de las jaulas de cristal (los envases). La razón no puede definirte, pero existe la maldad atroz y está en el ser humano que desata todas las plagas del odio, la violencia, la intransigencia, la ambición, la envidia, el egoísmo, las patrias, las religiones, las banderas y hasta los equipos deportivos que alientan el fanatismo y la ira, y el poder corrupto y sin escrúpulos y un afán de protagonismo e intolerancia que acabará con todo y con todos y que es necesario desvelar, denunciar de luz constantemente... ¡Qué nadie oculte su rostro ni se haga ciego a lo que ocurre ni haga oídos sordos, al dolor, a la injusticia, al abuso, a la guerra... injusta y sin excusa ni motivos... Dios no existe, pero Satán, sí, y somo nosotros, el huracán, el tornado, la tormenta de rayos y truenos y el tifón que todo lo asola de muerte y de dolor, la infección, el cáncer que acabará con todo y con nosotros mismos.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ






viernes, 2 de marzo de 2018

LUDIBRIUM OCULORUM


Ludibrium oculorum es el tópico clásico del engaño de los ojos que mantuvo claro el mundo teocentrista medieval por el que los placeres terrenales eran un engaño satánico que nos arrastraba a la perdición tentándonos con placeres engañosos y fútiles... Sin caer en hipérbole ética de ver en todas las formas de gozo y belleza terrenales la mano de un Satán en el que no creo como tampoco creo en Dios ni en ningún dios intangible, convengamos en que no es falso que muchos de los gozos y sensaciones placenteras son fútiles y ello no es más que un carácter beneficioso ya que la continuidad de un placer hasta la infinitud nos saturaría y llevaría al hartazgo y que, ciertamente, los sentidos nos engañan más de una vez y, sobre todo, nos engañamos nosotros augurando una sensación hiperbólica del mismo que, sentido después, puede hacérnoslo saber a poco, mientras que el placer inesperado y sorprendente suele hacerlo más agradable, lo mismo que el dolor inesperado lo sentimos más agresivo y puro al cogernos desprevenidos.

La sociedad actual, basada en estado del bienestar y el goce materialista de la vida es un claro exponente de subversión e hiperbolización de valores convirtiendo lo superficial y banal en una meta de un placer huero y estéril pretendiendo además que la cantidad es un valor superior a la calidad y que no hay nada más placentero y poderoso que aquello que produce insana y estúpida en los demás en un mundo que claramente prefiere vivir para la galería que vivir y sentir verdaderamente.

La sensación de placer, física o mental, conecta directamente con nuestros instintos y nuestros y halla su mayor potenciador en el mundo onírico del subconsciente. Allí encuentra el altavoz perfecto, capaz de hiperbolizar y metamorfosear sensaciones sensoriales y crear imaginar que surgen de hibridar evocaciones de percepciones reales... Las imágenes que surgen pueden adquirir formas concretas que creemos reconocer pero que no son realmente descifrables porque surgen de coser harapos incompletos de las mismas...

Esta es exactamente la sensación que produce esta imagen poemada (separada esta vez la imagen y el poema que sugiere). Desde transparente recipientes vacíos hasta híbridos de cintos sin concreción absoluta, fusionados a un cepillo, pasando por una seta que es una chincheta, la llave de apertura de una lata que emana del suelo pueblan un planeta excéntrico e imposible al que se acerca una nave-mouse con su gran antena proyectada hacia el vacío espacial... Objeto cuya desubicación y reubicación alimentan la paradoja hipnótica de aquello que nos sorprende por su exotismo y por su rebeldía a la comprensión lógica... Lo que parecía reconocible deja de serlo por su contexto y así hallamos ese paralelismo al mundo que nos fabrica una realidad imposible de sensaciones incompletas que, alambicadas de espejos desprenden engañosos placeres que resultan disfraces sin contenido y terrores a monstruos hiperbólicos que no son más que proyecciones gigantes de juguetes de la urgencia y el momento...

Esa misma sensación es la que formula mi poema:
Cuando la imagen se sueña de formas
cerradas y reconocemos los límites,
creemos tener conciencia y normas
para identificar su identidad...
¡Qué iluso!...: No sabemos la verdad.
El ojo nos engaña, y es posible
que su ficción nos lo imagine cierto
pero son, de nuestra vigilia, sueños
dotados de verismo irreversible.
¿Quién distingue entonces del sueño diestro
la realidad?.
Ni siquiera nuestros sueños lo saben,
pues, en nuestro subconsciente ambos caben.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Ya la formulación barroca y descartiana dejó claro que lo único demostrable para cada uno mismo es la consciencia de sí mismo. Ese pienso luego existo que declaró que era difícil discernir entre la Realidad y la vigilia del sueño y por eso Calderón de la Barca formuló la vida como un sueño de Dios.

No de Dios, pero sí de sí mismo, nuestros sentidos alimentan nuestra conciencia para dar sentido a lo percibido como Realidad y que tratamos de descifrar separando la Verdad, lo cierto de lo que no lo es. Lo que es, sea en la Realidad o en la vigilia del Sueño, es el Hecho y este será la Verdad en sí misma, la percepción de ésta por cada uno de nosotros es solo un intento de suplantar ésta por nuestra percepción y nuestra comprensión de este y encima sujeta a la experiencia acumulada y a la percepción sensible e intelectiva momentánea del mismo... una variabilidad imposible e intangible de asumir como la Verdad incuestionable y, en s´misma, única, y solo calificable como la percepción instantánea del hecho que define esa verdad como nuestra verdad  instantánea, y nunca como la Verdad ni mucho menos el Hecho, ajeno en sí mismo a nosotros y eso incluso siendo nosotros mismos quienes lo hemos producido.

La Relatividad de esa asunción no puede más que demostrar nuestra pequeñez ante la comprensión de cuanto existe y cuanto es y eso requiere de una modestia que, desgraciadamente muy poca gente aplica ni posee ni esgrime

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ