La amistad es un bálsamo que cura de todos los avatares y sinsabores del mundo que nos rodeo, que no son pocos, un refugio, un paraíso al que huir para olvidarse de las penas que te acucian como de ti mismo. Y donde mejor que en ella se puede uno reconfortar de las heridas.
Por eso lo represento, en este pictocaligrama como un castillo enclavado en una isla inaccesible y rodeado de las aguas de un apacible lago cercado de montañas y acantilados. Un lugar de paz y belleza absoluta en el que la imagen y el poema se describen a sí mismos como ese lugar de recreo hipnótico y sedante en el que todos nos quisieramos perder del mundanal ruido cotidiano.
Mi poema se enclava en la roca de la escarpada isla como una lápida y reza así:
La amistad es un recóndito edén
donde nos refugia un castillo altivo
rodeado de un lago cristalino
aupado en una isla sin piel
como una torre de tierra afilada.
Allí vive la alegría varada.
Nada importa que el mundo, loco de ira,
de suelta, a la furia, al dolor y al tedio.
La amistad pone a todo buen remedio
y apaga la llama en su misma espita.
La amistad nos asila y nos conforta
y da valor a lo que nos importa.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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