viernes, 14 de julio de 2017

TERGIVERSADOR

El pictocaligrama muestra la imagen de un paz con aspecto híbrido entre pez y anfibio que es capaz de salir a superficie y caminar sobre la arena. El pez existe y es una muestra de la proximidad evolutiva entre estos dos órdenes de vertebrados, pero lo que me interesa es su valor simbólico que alimenta el ansia de ascender a una posición superior, la de otro medio, difícil de acceder para un ser con branquias que necesita adaptar estas a los rudimentos de pulmones y las extremidades anteriores, sus aletas, adquirir consistencia para acercarse a rudimentarios brazos capaces de ayudarle a arrastrar por tierra. 

El mismo mismo poder tergiversador que tienen los políticos para hacernos creer que son capaces de trascender a la vulgaridad del mar de los comunes y arrastrarse por paraísos prometidos que solo conocen por sus orillas, aquello capaz de dar a entender el paraíso posible que albergaría el Edén de Tierra Firma cual si este fuese un Olimpo de dioses solo habitable por los elegidos... teóricamente cualquiera de nosotros, que de seguirlo en sus ideales alcanzaríamos la grandeza, libertad y perfección a la que nunca accederemos, peces multitudinarios en el inmenso océano de los mortales.

Como el pez, los políticos son tergiversadores de la verdad en aras de un voto solo válido para que él mantenga su estatus de elegido sobre la vulgaridad de los comunes... No importa. Es un pez que tendrá que volver al agua como todos los demás cuando se le acabe el aire de los votos que allí lo colocaron.

El poema que integra también compone una estrofa clásica de seis versos rota por el colofón final, el séptimo verso que lo devuelve a la comunidad de los mortales, sin respuesta ni solución a su imposible proposición:
Tergiversando estás todas las normas.
El agua era ese abismo siempre a oscuras...
Ansïabas arenas, tierras duras
y a la tierra te lanzaste sin hormas.
Ese fue siempre tu paradigma,
pez o anfibio, anfibio-pez todo enigma...
Y resultó por siempre irresoluto

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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