jueves, 30 de agosto de 2012

VIEJO CROATA

El pictocaligrama muestra la imagen de un viejo croata vestido con traje tradicional, fumando, perdida su mirada en sus recuerdos y reflexionando sobre su propia esencia y su propio sentido. El poema que lo compone, mi poema, redunda sobre esa misma reflexión partiendo del gorro que cubre su cabeza, siguiendo por su cabeza para ir a parar a la parte superior de su cuerpo en la vestimenta: camisa engalanada, chaleco, chaqueta y faja.

La reflexión se centra en el sentido de la vida tras la constatación de la destrucción violenta del pasado por una absurda guerra que, sin embargo, ha liberado a Croacia de sus propios fantasmas. La conexión entre pasado, presente y futura late en los recuerdos, en la vivencia y en la palabra como esencia de la reflexión de pensamientos, sensaciones, evocaciones de los individuos y como arma de presente mediante la libertad de expresión y el diálogo. Y reza así:

Después de la tragedia y el ocaso,
después del huracán de una guerra,
después del odio, el hambre y la miseria,
después de la muerte y de la huída
cuando ya queda el humo del fracaso
apoderándose del alma de la tierra
y el carrusel humano con su feria,
fantasma viviente de una vida
¿Qué nos queda?

Después de arar la vida con la muerte,
la tierra herida en surcos ya trincheras,
de jugar a los dados nuestra suerte
y de volver inviernos nuestras primaveras
¿Qué nos queda?

Nos queda la palabra y nuestra historia,
la altivez de los viejos edificios,
nuestras tradiciones, el tiempo con su noria,
el sabor de siempre de nuestros oficios,
el sol, el mar, la tierra misma, bella;
la nobleza curtida de nuestra vejez,
la paciencia, el saber que fuimos una vez
jóvenes que labrábamos nuestra estrella
y esa paz que devuelve los colores,
los sabores de antaño y sus olores
que se alejan del odio y la querella:
más Croacia, más pura y sin temores.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Una guerra es un fracaso, el fracaso de la tolerancia y el éxito de la intolerancia y y la ambición ciegas. Tras de ella, el odio permanece, los vencidos sueñan con la venganza que retrocede al pasado (más si fue glorioso y contra el otro) y los vencedores quieren olvidar para crear el presente y el futuro a sabiendas de que su pasado les perseguirá siempre. En el campo de batalla quedan los muertos y los vivos quieren olvidar lo que es imposible de borrar. La juventud y la madurez se perdió masivamente en la guerra y construye o destruye en función de la histeria de aplastar al enemigo, por eso la vejez mantiene la memoria del pasado sellada en su infancia y en su juventud, y la niñez aún está por construirlo todo. Unos y otros son la constancia de la esencia del país y la posibilidad de existencia en el futuro si es capaz de torear u olvidar el odio de los padres que permanece latente en el presente. Urge el tiempo con su molino para borrarlo todo y empezar de nuevo en la esperanza.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ



lunes, 20 de agosto de 2012

LOCUS AMOENUS III (ATARDECER)

El locus amoenus nos da la concepción de un lugar idílico, un paraíso cuya contemplación propicia a los amantes a dejarse llevar por el amor en sintonía con la belleza contemplada. Como los vasos comunicantes. La belleza arrastra a la belleza y el placer de la contemplación de lo hermoso por perfecto, una Naturaleza paraisíaca, la Naturaleza en sí misma, nos lleva al placer amoroso, desde la contemplación de la belleza de la amada, convertida en donna angelicata, al placer de la conversación y de éste a los placeres sensuales del tacto, gusto...

El locus amoenus es la Naturaleza en sí misma conceptuada como un ideal de perfección, un paraíso vegetal que puede abarcar jardines, bosques, selvas... como ríos, lagos, pantanos, lagunas... con rápidos y cascadas y fuentes y con la mansedumbre de las aguas tranquilas como asentarse en playas y acantiilados marinos... La Naturaleza es aceptada como bella en sí misma, tanta en la paz más absoluta eomo en la agitación más dramática... Es un marco como un ente vivo que, como los vasos comunicantes, hipnotiza a quien lo contempla y lo integra al paisaje... Flores, aves, cérvidos... se integran como elementos de esa belleza perfectiva y perfecta que crea el lugar perfecto para el idilio... Por eso, ese lugar ameno, es bucólico, divino, paradisíaco, sensitivo, sensual y perfecto, una perfección sibarítica digna de los dioses mismos.

No tiene tampoco horas precisas y puede ser el amanecer, el atardecer, el anochecer como el cielo más radiante y aunque prefiere la primavera y el estío, puede comprender la belleza colorida del otoño y la blanca y nívea pureza invernal.

Aquí el caligrama funde las luces anaranjadas y ocres del atardecer a la belleza de un paisaje natural cruzado por un río de aguas mansas como cristalinas cruzando una inmensa llanura de verdín y sotobosque con bosque de ribera y arbolado disperso. El horizonte recorta, en la lejanía, una incipiente cordillera. El invisible color es lo descrito en el poema que compone vegetación, parte de las montañas y un islote llano del manso río... De incipientes rojos. Un cielo anaranjado amarillento se opone a un verde umbrío que juguetea con marrones y negros lo mismo que lo harían las formas reflejadas en el río.

El poema que compone este pictocaligrama es el siguiente:

Atardecer. Crece la umbría ahora
y crecen los recovecos por doquier,
los ocres y naranjas, como ayer,
van encontrando en el paisaje su hora.

El cielo con sus tonos se decora
y devora el azul para crecer
y convertirse en bello anochecer
cuya visión cautiva y enamora.

Un coro de pájaros canta alegre
una sinfonía canora y dulce
mientras el Sol se acuesta lentamente.
Ya es hora de que el negro nos integre
al paisaje ténebre y agridulce
los seres que se invente nuestra mente.

La penumbra no oculta la belleza
sino agranda la visión infinita,
la magia de horizontes nos agita
al éxtasis que aviva con destreza

a serenarse, fundirse en la maleza
que, de hermosura, a vivir nos invita
en paz y amor, contemplación que habita
mente y corazón, tierna sutileza

que conmueve y arrastra a la dulzura.
Y más amor se siente si hermosura
viste al ser amado y al paisaje

que invita a los amantes al idilio,
ardiente ceremonia y su concilio
que los arrastra al placer en su viaje.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

El poema describe una forma de belleza que identifica un paisaje hermoso que viaja del atardecer al anochecer y definitivamente a la noche como paisaje propiciador del idilio amoroso. En dos sonetos clásicos, el tópico del locus amoenus se identifica aquí con la belleza del tránsito de una puesta de Sol en un panorama natural amplio, vasto y asumible como infinito, a pesar de ser finito y nos lleva del paisaje a los propios amantes que lo contemplan extasiados y conmovidos de un fenómeno tan bello como común y cotidiano. No hace falta hermosos jardines floridos y laberínticos para saber de la hermosura y sentirla, la belleza está ya entre nosotros, cada día... basta con descubrirla y dejarse seducir por sus encantos.



miércoles, 8 de agosto de 2012

DESCRIPTIO PUELLAE III

De nuevo ante la clásica descripción de una donna angelicata, una mua mujer-ángel o angélica, perfecta y divina. Una mujer para ser amada y contemplada más allá de la apreciación de hermosura física pero que posee unos rasgos definidos ya anteriormente. rubia, de ojos claros, preferentemente azules, de piel pálida, mejillas sonrosadas, como los labios, frente despejada y elegante y grácil cuello de cisne. Elegante en su forma... pero la poesía en la descriptio puellae, siempre elegante y decorosa, no llegaba más allá del rostro y el cuello y sólo la prosa añadió en obra como Asolani, de Bembo o, Il libro del Cortegiano, de Baldassare Castiglioni, a definir esta mujer como elegante en su habla, buena conversadora, culta, discreta, honesta y de noble cuna, para ser una perfecta acompañante del cortesano renacentista, humanista, culto y erudito, versado en armas, música y poeta... La pintura y la escultura van más allá al dar una representación completa. Siguiendo a la Eva, de Alberto Durero, de cuerpo grácil y equilibrado, hombros caídos y frente amplia, que otros pintores llevan más allá...:
Melena larga de cabello ondulado y preferentemente recogida, frente despejada, comúnmente afeitándose la parte superior de la frente. Cuerpo de cintura marcada con caderas moderadas en anchura, pecho solo insinuado (y frecuentemente poco marcado). Manos gráciles de dedos largos y delgados, pies moderados y abdomen curvo sugiriendo la decencia de la maternidad.
 
Con esos rasgos, mi caligrama la retrata combinando caligrama y dibujo en una composición sugerente siguiendo mis propósitos en el llamado Proyecto Boscán, señor de Cubelles, haciendo simbiosis de las sensaciones evocadas por poemas de Boscán, poemas de Garcilaso de la Vega, Gutierre de Cetina, Fernando de Herrera como Bembo, Bernardo Tasso... o sus orígenes en Dante Alighieri y Francesco de Petrarca, poetas del Trecento para componer mi propia descriptio puellae convirtiendo mi poema sugerido en caligrama.
 
Lógicamente, el poema incide en los rasgos característicos de la donna angelicata como modelo de belleza. Mi poema, el poema que compone mi calagrama (busca en el interior de la imagen mi firma), reza así:
 
Templo de beldad divina. mi diosa.
Coronada estás de oro en tu melena.
Sobre tu altar de blanca piel helena,
tu alta frente marmórea y generosa,
 
friso sobre dos arcadas, hermosa
ampara el azul de una mar serena
que habita en tu mirada, mi condena.
Tobogán que te lleva, presurosa,
 
al imán de tus labios coralinos
y al hogar de lengua indagadora,
enmarcada de arrebol de inocencia,
 
la llama del deseo, con sus vinos,
columna grácil de ave seductora
a tu cuerpo me arrastra con vehemencia.
 
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
 
En el mundo Renacentista, la sensualidad no estaba excluida, ni el deseo, pero en la comprensión hacia una sensualidad más actual, ésta se acentúa y más allá de la ya característica mirada encendida e hipnótica, tan característica de aquella época, aquí alcanza los labios y la boca...
 
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

martes, 7 de agosto de 2012

JUAN BOSCÁN ALMOGÁVAR VERSIÓN TERCERA

La nueva imagen de Juan Boscán en caligrama resulta del análisis de la única imagen existente del poeta barcelonés. Un nuevo caligrama, el tercero con su imagen, que, como los demás caligramas míos al respecto, forma parte del Proyecto Boscán.

El poema que lo integra, una serie de cuatro sonetos, coge aspectos de las vida del poeta, junto con otros propios del Renacimiento en sí mismos (concepción antropocéntrica, donna angelicata y descriptio puellae, retrato característico de la época, modelo petrarqueño y citas de poetas cultos tomados como modelos a los que el poeta Barcelonés imita en su mmodelo cortesano.

El poema, reza así:

Busqué el enigma de mi rostro humano
en los retratos de otros humanistas
y a Petrarca entre todos los artistas
para mostrarme en todo a él cercano.

Retrato de perfil, a lo italiano,
que es lo que mandan las normas previstas
para los nuevos academicistas
y su estilo culto pero profano.

El hombre es centro de todas las cosas
y la medida de su propio mundo.
En todo había de ser como el maestro:

Pureza y armonía solo hermosas
si reina el equilibrio más profundo
y en la perfección, el artista es diestro.

El aura de los griegos y romanos
que el símbolo en los mitos en interpretan,
amores y dislates que cometan
dioses, héroes, personajes arcanos

con todos sus eventos sobrehumanos
y todos los rituales que respetan
oráculos y Olimpo, donde aprietan
a aquellos que a su juicio son malsanos

y que a los dioses hayan ofendido.
Y si no es mito, es Amor, ser divino,
el fuego de una donna angelicata

que de amor al poeta haya prendido
con solo su mirada como un vino
que del mundo terrestre te rescata.

Perfecta en todo, diosa delicada,
cabellos de oro, pálida y celeste,
ojos azules y arrebol que preste
color a la mejilla nacarada.

Labios de fresa en dulce mermelada,
cuello de cisne, grácil, que se acueste
sobre los hombros cual si de Este a Oeste
en oculto mar de piel delicada

naciiera un árbol de la vida eterna.
Hombros caídos, que se engarcen fuertes
a un cosmos de piel secreto y arcano.

Altiva, distante, ingenua y tierna,
promesa celestial de muchas suertes
cuya elegancia te ha enamorado.

Allí es donde encontré mi rostro cierto
tras de sufrir sus múltiples condenas.
Azotes, dentelladas y cadenas
fueron las pruebas de un amante experto

para cruzar el árido desierto
y llegar al oasis al que apenas
crees más que un espejismo cuyas penas
imaginas que son soñar despierto.

Más ella, como un sol de la mañana
iluminó de luz mi poesía,
mi vida la volvió equilibrada

y la armonía, en mi voz cortesana,
a Bembo o Castiglione asemejaba...:
renacentista al fin, iluminada.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

El poema que integra el caligrama, converge en ser un poema redondo en el sentido en que comienza con el poeta buscándose a sí mismo como un rostro determinado al que quiere en todo parecido a su modelo, Petrarca (tal y como eran retratados entonces, y ya desde Dante, los próceres sociales o culturales, de perfil, que es también una metáfora de otro perfil, el de características propias de un humanista y poeta de la época). Acude para ello al propio movimiento que lo caracteriza, el Renacimiento, con su concepción antropocentrista, al arte puro, mímesis del clásico griego y romano y a sus temáticas, mitología clásica y amor platónico (el destinado a la donna angelicata), cuando logra hacerse con ellos, el poeta puede reconnocerse a sí mismo como verdadero renacentista (que es lo que se relata en el último soneto) y, con ello, volver sobre sí mismo reconociendo como tal su propio rostro, el de un poeta renacentista, espejo de sus propios maestros...: Petrarca, sí, como Castiglione o Bembo...

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ