La reflexión se centra en el sentido de la vida tras la constatación de la destrucción violenta del pasado por una absurda guerra que, sin embargo, ha liberado a Croacia de sus propios fantasmas. La conexión entre pasado, presente y futura late en los recuerdos, en la vivencia y en la palabra como esencia de la reflexión de pensamientos, sensaciones, evocaciones de los individuos y como arma de presente mediante la libertad de expresión y el diálogo. Y reza así:
Después de la tragedia y el ocaso,
después del huracán de una guerra,
después del odio, el hambre y la miseria,
después de la muerte y de la huída
cuando ya queda el humo del fracaso
apoderándose del alma de la tierra
y el carrusel humano con su feria,
fantasma viviente de una vida
¿Qué nos queda?
Después de arar la vida con la muerte,
la tierra herida en surcos ya trincheras,
de jugar a los dados nuestra suerte
y de volver inviernos nuestras primaveras
¿Qué nos queda?
Nos queda la palabra y nuestra historia,
la altivez de los viejos edificios,
nuestras tradiciones, el tiempo con su noria,
el sabor de siempre de nuestros oficios,
el sol, el mar, la tierra misma, bella;
la nobleza curtida de nuestra vejez,
la paciencia, el saber que fuimos una vez
jóvenes que labrábamos nuestra estrella
y esa paz que devuelve los colores,
los sabores de antaño y sus olores
que se alejan del odio y la querella:
más Croacia, más pura y sin temores.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
Una guerra es un fracaso, el fracaso de la tolerancia y el éxito de la intolerancia y y la ambición ciegas. Tras de ella, el odio permanece, los vencidos sueñan con la venganza que retrocede al pasado (más si fue glorioso y contra el otro) y los vencedores quieren olvidar para crear el presente y el futuro a sabiendas de que su pasado les perseguirá siempre. En el campo de batalla quedan los muertos y los vivos quieren olvidar lo que es imposible de borrar. La juventud y la madurez se perdió masivamente en la guerra y construye o destruye en función de la histeria de aplastar al enemigo, por eso la vejez mantiene la memoria del pasado sellada en su infancia y en su juventud, y la niñez aún está por construirlo todo. Unos y otros son la constancia de la esencia del país y la posibilidad de existencia en el futuro si es capaz de torear u olvidar el odio de los padres que permanece latente en el presente. Urge el tiempo con su molino para borrarlo todo y empezar de nuevo en la esperanza.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ