martes, 15 de junio de 2010

SUMATORIO DE AUSENCIAS ES MI VIDA





La imagen de una calculadora científica resume el símbolo que encierra el poema que conforma este pictograma caligramático. La vida, la mía, la de cualquier ser humano y cualquier ser vivo es presentada como un sumatorio calculado de determinantes y hechos que conducen al enclave, al punto del presente, abocan a un futuro prefijado y a la Muerte como una solución de continuidad irreversable. La libertad existe, pero es más un espejismo que un hecho y la Realidad y la urgencia se suman a los determinantes conductores de la vida. Si durante la infancia se crean las bases del conocimiento, los ideales, la voluntad de hacerse a uno mismo y la conciencia de uno mismo como esencia y como potencia de un ser posible se crean en la juventud hasta la estabilidad que nos sumerge en el sistema en que vivimos y las rutinas se encargan de irnos diluyendo en el tobogán de la continuidad en el que se pierden los objetivos hasta convertirte en un sobreviviente del instante y de ahí hacia la mediocridad y la decrepitud... La vida ya es un hecho irreversible que sólo puede conducirnos a nuestro fin.

El poema se arrolla al dibujo de la calculadora como la propia vida a su laberinto cotidiano y recorre, desde el frontis, el contorno de la carcasa donde aparece el teclado que la realidad ha de manejar a su antojo y al de los resultados de los hechos, completadas dos vueltas y un final en tercera línea en el frontis, salta al contorno de la pantalla, para saltar, concentricamente, al borde de la tapa invertida sobre el invisible dorso de la calculadora y luego, de nuevo a la cara visible para completar los detalles laterales de la carcasa y, finalmente a la sombra, que partiendo de la parte más inferior asciende por el lateral derecho. Finalizado el recorrido, salta, como conclusión a la pantalla, ofreciendo el título del caligrama y el poema, que reza así:

Naciste en el azar, eso creías,
pero tus padres, tu entorno y momento
dejaban marcado tu nacimiento
y llovieron los años y los días.

Los estudios y amigos que tenías
dirigiendo iban el experimento.
El cálculo parecía sin cuento
emboscado en dilemas y porfías,

pero es que te engañabas por completo:
La rutina iba creando cadenas
y la urgencia te apartaba quimeras.

La realidad se convertía en reto
y eran lo cotidiano tus condenas,
conformando lo que fuiste y lo que eras,

resolviendo, e tu enigma, qué serías:
el fracaso de ti mismo, presente,
tu pasado, el desengaño patente
de aquellas ilusiones que tenías,

un futuro que ya nunca verías...
El espejo de tu absurdo recurrente
infinitamente vivo en tu mente
y un cansancio preñado de atonías.

La pantalla de tu mente, en alerta,
no engaña la suma de tus carencias,
la resta de las metas incumplidas,

el producto del vacío que acierta
con la división de tus mil creencias
que dan el porcentaje de tus vidas,

y resulta, sí, que ya no eres nada,
un número más de este mar de dudas
que nos llena de frustraciones mudas
que van abocándote a la estancia.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

No hay comentarios: