domingo, 17 de enero de 2010

MANIQUÍ

Volviendo sobre los pictogramas caligramáticos, Maniquí va más allá del puro caligrama, atrapado en el propio maniquí, para fundirse con el dibujo que lo atrapa: La sala, el comedor-cocina americana, la puerta de entrada a la casa... El dibijo es dibujo, el caligrama, caligrama, y la fusión de ambos da el contexto para el poema. El maniquí es la soledad del hombre ante el mundo que le rodea, el guardián de sí mismo que magnifica la soledad ante el mundo que le atrapa. El maniquí es el el hombre, es todos los hombres, cautivos de sí mismo y de su propia realidad. Mi poema, atrapado en el maniquí, reza así:


MANIQUÍ
Sin dueño.
Solitaria chaqueta
sobre un esqueleto habita;
columna de madera esbelta
y el cuerpo, firme empeño,
perfecta la figura cita
cual escultura escueta:
tórax, abdomen, cuello,
como último destello...
La cabeza perdió en alguna batalla
y huella de su ignota cizalla
creció una enana pesadilla
ya opaca sedición probeta
con aire de bombilla.
Como un soldado guardián
espera, vigilante, en su garita
invisible a un enemigo invento
allí donde los sueños están
trenzando alguna maldita
versión de fantasmas sin cuento
que nunca existieron
ni nunca existirán,
pues jamás fueron
y nunca serán.
Impasible severo,
espera su relevo,
impertérrito, firme, sincero,
como un propósito nuevo
de defender su bastión
allí donde lo ponga su dueño,
fruncido su invisible ceño
con su ilusorio espadón
dispuesto a la pelea
que trame la sinrazón
a su pálida librea
de adusto fantasmón

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ



No hay comentarios: