El caligrama representa la cara de un anciano y formó parte de la exposición Rostres, una introspecció sobre la humanitat realizada por SINCROART, que junto con Anselm Cabús realicé en Cubelles el año 2006 y que luego se repitió en Vilanova y la Geltrú, en la Sala VinArt. Es uno de mis escasos caligramas en catalán (dos, por el momento) y aparece formando parte de un dibujo mío surrealista muy anterior, que fue transformado en caligrama a tamaño folio y a tamaño cuadro en el 2006. La exposición contenía dos grandes caligramas míos (Uno enorme, de más de dos metros y medio de altura, y éste, de 120 x 100 cm) y una serie de dibujos a tinta de Anselm Cabús, más un dibujo mío, que era el boceto del caligrama de mayor tamaño. Una caligrama que se conjugaba con un dibujo a tinta de Cabús y que representaban el eco de las dos Españas, la republicana y la nacional, fascista, que se enfrentaron de nuestra Guerra Civil. Eran dos ancianos sobre una vía que representaba el paso del tiempo. El caligrama representaba al viejo republicano y el dibujo a tinta, el anciano tradicionalista.
En cuanto a éste retrato-caligrama de un rostro de anciano, como se puede leer, en él se hace un paralelo entre el rostro labrado de un anciado y su vida y vivencias como escultor del mismo. Es un símbolo que pretende decir que en realidad, nuestro aspercto es el resultado de lo que somos, de lo que fuimos y de cómo lo fuimos y no está exento del porqué, del carácter y del ideario que nos revela nuestra convicción o falta de ella para hacerse o simplemente sobrevivir náufragos de nuestras propias urgencias.
En cuanto a éste retrato-caligrama de un rostro de anciano, como se puede leer, en él se hace un paralelo entre el rostro labrado de un anciado y su vida y vivencias como escultor del mismo. Es un símbolo que pretende decir que en realidad, nuestro aspercto es el resultado de lo que somos, de lo que fuimos y de cómo lo fuimos y no está exento del porqué, del carácter y del ideario que nos revela nuestra convicción o falta de ella para hacerse o simplemente sobrevivir náufragos de nuestras propias urgencias.
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