El Vençut (El Vencido) es la expresión pictórica y gráfica del hombre más común (tanto actualmente como en cualquiera de nuestros pasados), antítesis del vencedor o triunfador que ensalza la cultura anglosajona y americana en general y, arrastrados por ella, el mundo occidental en general y el mundo global en general.
Aquí se ensalza la vencido y no al triunfador porque este retrata mejor el espíritu humano y la misericordia natural que sentimos y que siento por el derrotado, el abatido por un mundo cruel, competitivo, deshumanizado y olvidadizo que, llevado del mundo deportivo, militar y por la sociedad en sí misma, recuerda siempre y bien al vencedor y se olvida de un derrotado que, en muchos casos, compitió con todos los honores y sin ninguna oportunidad ni opción de victoria ante un triunfador nato cuyas cualidades, prestigio y apoyo, muchas veces no necesitan de aliento para vencer a rivales que poco o nada tiene que hacer ante él.
Sin menospreciar al vencedor y a que, justamente se le ensalce, hasta los propios griegos redundaron en convertir al héroe en merecedor de alabanza olvidando que este, contaba con la ayuda de los dioses o directamente era un semidios, hijo de un dios y un humano. Realmente tiene valor que Aquiles venciese a todos sus rivales cuando su coraza y hasta su cuerpo todo estaba protegido contra cualquier arma arrojadiza, salvo en los talones (de Aquiles), porque su madre, Tetis, lo sumergió en las aguas de la laguna Estigia, convirtiendo su cuerpo en inmortal salvo los talones, por donde agarraba al bebé para sumergirle en tales aguas sacras... Nadie tenía opción de vencerlo en combate frente a frente y solo el azar hizo que París clavase, de rebote, su flecha en uno de ellos para darle muerte.
Vencer a un invencible es prácticamente imposible y enfrentarse con honor, presentando justa y hábil batalla, es merecedor en sí mismo de alabanza solo por el valor temerario de enfrentarse al triunfador y a sí mismo.
El hombre actual, yo mismo, es un vencido de la vida, del entorno, de la sociedad y, a pesar de su cúmulo de continuos fracasos, merecedor de encomio por el valor de vivir y enfrentarse a su propia vida y sobrevivirla cada día y a cada minuto.
Mi pictocaligrama presenta un hombre desnudo ante la vida y sus circunstancias, esclavo de ella (por eso muestra el dogal en su cuello), que se ha enfrentado a sí mismo y yace herido en el costado del pecho, abatido y pesaroso, pero vivo y sobreviviendo a sus pesares aunque se lamente de ellos...
El poema, mi poema, en catalán ensalza la figura de este batallador vencido precisamente por empatizar con su lado humano, su derrota y su situación... podría ser cualquiera... yo mismo... pero siempre he sentido más aprecio por el luchador vencido que por el vencedor que carece de rival. El primero, el vencido, exige arrojo, resistencia y lucha poor su supervivencia cuando el triufador nato, el invencible, ha convertido el triunfo en rutina y suele disfrutar humillando a sus rivales cuando estos nada tienen que hacer contra su fortaleza y bastante tienen con el valor de enfrentarse a imposibles, sobrevivan a ellos o no...
Así dice el poema que lo integra:
Oh, la bellesa del vençut,
és un imant per la tendresa¡
És fàcil rendir-se al campió.
Ell ja va protegit: porta un escut,
pot prescindir de gentilesa...
però el vençut és un minyó
que lluita a pell descoberta.
Res podia fer contra el campió
i va lluitar sabent incerta
guanyar un heroi, un vencedor,
acostumat a fer la guerra,
a aconseguir sempre tot l'or,
el cel mateix a aquesta terra.
El vençut és un home comú,
un mortal com qualsevol altre,
home del poble com tothom
que no enlluerna pas a ningú,
iés un treballador com a nosaltres,
acostumat a abaixar el llom
davant de qui mana, el seu senyor.
Cal que camini amb peus de plom
i té un futur esfereïdor...
Oh, la bellesa del vençut,
és un imant per la tendresa¿
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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