Dejemos por un momento la serie de Amigos de Cubelles y aterricemos en el mundo real. Un Mundo autodestructivo que avanza a su destrucción con una humanidad histérica e histerizada y que ha perdido por completo el rumbo y la vergüenza representado en la imagen del caligrama por una furgoneta sin conductor abandonada en una curva de un inhóspito mundo aciago y obsesivo... Imagen y poema mío reflejan esta situación desde mi propia perspectiva como una imposible huida en la sin esperanza... abocados al enigma de cómo y cuándo saltará la chispa que lo encenderá todo sin posible solución:
PREÁMBULO:
Como un grito agudo, un alarido de dolor
me acompaña en el camino
y una letanía se repite en un bucle... El hedor
a podredumbre se expande y de su vino
de sangre todo se inunda con su rojo color:
No hay salida. Este será nuestro aciago destino
POEMA-CALIGRAMA:
Otro horizonte todo abismo
donde la Nada ocupa todo
y donde la vida vale nada.
La palabra cruza una vez más el desierto.
La Humanidad de arena gira el reloj y sabe cierto
que caerá, pozo donde se llena
la millonaria inmensidad de vida.
La boca del embudo ahoga
y precipita por la herida
sangre perdida
y mientras, pende de la soga
toda esa humanidad vencida
por la que ya nadie aboga.
Si huir pudiera de este Mundo,
casa en ruedas, viento al viento
buscando paz, buscando vida,
tierra adentro, lejos, lejos,
donde no haya banderas ni ídolos
de esos que dicen que crearon
el Mundo, el hombre y la miseria,
solo Naturaleza y paisaje,
el Sol, el campo abierto, las montañas...
- No más mentiras, ni más patrias -
Mar abierto, acantilados
y paisajes sin fronteras...
¡Ay, si yo pudiera... volverme
polvo de la tierra...,
lo haría sin dudarlo...!
pero la Humanidad allende llega
y siembra el odio y la violencia
y la mentira y la ambición.
Todo se pudre donde siembra
¿Por qué será que donde hay paz
siembra cizaña y siembra guerra?
¿Por qué este carnaval eterno,
esta tragedia de antifaz,
esta opereta fuego invierno
y donde hay calma acaba infierno?
¿POR QUÉ? ¿por QUÉ? ¿por qué?
Eres amante de la Muerte
y su ruleta de Fortuna,
siempre egoísta y siempre ciego.
¿Por qué la guerra es oportuna?
¿Y por qué el odio ama el fuego?
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
La combinación de imagen y poema y hasta de empleos gráficos en lazados con los gritos sonoros, componen un juego de símbolos. La primera estrofa del poema delimita el horizonte y el terreno que circunda la carretera, dejando fuera el preámbulo que anuncia la desesperación convertida en un grito de dolor y protesta, un lamento que reconoce la historia de la Humanidad como una reiteración de sociedades que avanzan hacia la corrupción y la intolerancia y que culminan en guerras de exterminio en un bucle sin salida ni esperanza de que la Humanidad sea incapaz de evolucionar hacia otra cosa que no sea la guerra y la destrucción de sí misma y del mundo que le rodea.
La primera estrofa certifica, de entrada, esas premisas, abocándola a la Nada, que es la ausencia de esperanza ni de vida (solo Muerte) y se certifica en que la vida del otro, del distinto no es ni tenida en cuenta y eso nos iguala a todos en esa ceguera que nos aboca a la destrucción. De nada sirve la tolerancia, la reflexión ni el raciocinio ante la histeria y la violencia capaz de enzarzarse en la guerra y por eso la palabra cruza en balde el desierto ante quien no quiere oír, dialogar ni tolerar al otro y al distinto. La millonaria de hombres y mujeres que nos preceden ni los que conviven en el presente ni los futuros próximos que acompañaremos aún y los venideros a estos, si llegaran a existir, saben que su destino, como el de todo ser viviente, no es otro que la muerte y el olvido y que la historia es ese mar de humanos que se aboca al continuo abismo de olvidar el pasado para caer en la continúa repetición de la destrucción en la caída, guerra tras guerra, olvido tras olvido, borrón y cuenta nueva para volver a emborronarlo todo de histeria y de sangre... sangre perdida para nada y para nadie, esa humanidad vencida que compone la mayoría de quienes fueron abocados a la guerra que convocaron los poderes o los líderes de la sinrazón, porque la guerra es una sinrazón, un sinsentido y un fracaso de todos los que se ven abocados a ella en el vértigo de la ira y del odio y donde ni la razón, ni la tolerancia, ni el diálogo como tampoco una población masiva de inocentes es arrastrada a su destrucción, tanto más si además es su autodestrucción.
La segunda estrofa empieza en la furgoneta y parte de mí mismo y de la imperiosa sensación de querer huir de este mundo abocado de nuevo a esa histeria demoledora del odio al otro y al distinto que se expande por doquier, incluida Cataluña y España y cuyo primer síntoma es asignar el mismo al otro... Y la furgoneta, es esa huida sobre ruedas y al viento, a toda velocidad y en la adrenalina de la libertad comiendo distancia hacia la Naturaleza... Esa huida imposible porque la Humanidad y el vértigo del odio se expande como un reguero de pólvora y esa deseada paz, en un lugar remoto y olvidado de ese mundo virulento y autodestructivo no está al alcance de casi nadie... Clara la imagen que delata los mayores agentes que conducen a la guerra: la religión y los falsos ídolos y paraísos, las patrias y su relación con la xenofobia, el racismo, el clasismo y tan larguísimo etcétera de símiles de odio al distinto que no tienen fin y que declara (a todos esos dioses y religiones, ideologías, etc) como generadores de la Humanidad real, egoísta, intolerante, virulenta, depredadora que agita la miseria, la marginación, la sumisión o la destrucción de los demás y de hecho, de la mayoría, ajena al poder y a los privilegios de quienes les denigran y maltratan.
De esa aspiración de huída a la Naturaleza y a la paz saltamos de la furgoneta sin conductor, varada y abocada a su destino, al asfalto de la carretera... El hilo conductor hacia la Esperanza y la Libertad y la Justicia y la tolerancia y definitivamente, la Paz...: No más mentiras, no más ídolos, componen y encierran el imposible, porque la historia de la Humanidad parte de los poderosos, de los ambiciosos, de los intolerantes, de los orgullosos, de las patrias y de las ideas incompatibles... Ese paisaje sin fronteras, abierto en el que el ser humano y la Naturaleza convivan en paz es una utopía porque el ser humano es. sin duda una plaga, una enfermedad, una infección, un cáncer que todo lo corrompe, lo corroe y lo destruye más pronto o más tarde (Todo se pudre donde siembra porque lo que siembra es esa ambición, egoísmo, violencia, racismo...)...
La pregunta siguiente valdría para cualquier tiempo y cualquier lugar, es atemporal y antiespacial porque es nuestra seña de identidad (¿Por qué será que donde hay paz/ siembra cizaña y siembra guerra?)... No hay guerra que tras ella no genere la siguiente, si no es por el odio inmediato o la venganza, lo es por el olvido de cuanto nos llevó a esa guerra y así es, los españoles, los catalanes, los vascos... hemos olvidado nuestra Guerra Civil y por eso somos capaces de despertar al fascismo, como también lo ha hecho, y antes incluso, Europa, EEUU, Brasil... que llevó a la Segunda Guerra Mundial, como hemos olvidado que el Gran Capitalismo de las grandes e insultantes fortunas de unos pocos privilegiados que acumulan ellos solos casi el 80% de la riqueza y capital mundial frente a una gran masa proletaria, obrera, campesina que vivía en la miseria y en la ignominia y los independentismos (entonces de la Península Balcánica) y unacionismos y los Grandes Imperios Coloniales (equivalentes a los comerciales de la globalización actual) acabaron provocando la Primera Guerra Mundial...
Ese es el carnaval eterno que identifica a la Humanidad en donde la demagagia, la histeria y la intolerancia se disfrazan para mover a las masas hacia intereses inconfesables, hacia mentiras disfrazadas de verdades absolutas y hacia identificaciones culturales, religiosas, territoriales, raciales... y en definitiva patrias agitadas como razones incontestables para el odio del otro y la guerra... De la indiferencia y el escepticismo, de la negación del opuesto al incendio de odios y las iras del infierno que atiza las guerras no hay más que unos pasos encadenados y evidentes que solo abocan al mismo escenario: la Guerra... equiparada a la Muerte
El poema acaba preguntándose, preguntándome por qué la intolerancia, como factor identificador de la Humanidad, ama la destrucción del otro, del rival y por qué olvida el pasado y la historia para volver a la destrucción aprovechando las circunstancias del presente (la Diosa Fortuna). Y equipara a la Muerte y a la Fortuna con la Humanidad en su egoísmo ciego que es capaz de presentar la Guerra como una solución de problema válida sin contar con el dolor causado, los daños físicos, mentales, personales de los que la viven y la sufren para acabar generando rencor injusticia y deseo de venganza hasta el infinito... Y acaba declarando el odio como el causante principal de una guerra allí donde se produzca y en cualqueir tiempo que se produzca.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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