martes, 27 de noviembre de 2018

Y ME SALIÓ RANA


Como un tótem gigante y desproporcionado bisagra entre sus derivados vertebrados en su camino hacia el infinito de especies terrestres, entre ellas el hombre, se halla este ejemplar de rana, un anfibio todo terreno que saltaba del elixir de la vida del Planeta, el agua, a la tierra firme, medio payaso, medio acróbata saltarín y medio prehombre bufón que retrata tanto al animal como al humano que deriva de la encrucijada de sus símbolos.

Aquí, el paisaje empequeñece frente al prototipo que se erige en un coloso de posible-imposible en su imagen, con un torrente aprendiz de río que nos descoloca las dimensiones para enfatizar la encrucijada de símbolos dulcificada como rana frente al definitivamente grotesco para darle un tinte menos satírico y más emocional...

El poema de este pictograma caligramático se centra más en el animal que en sus valores simbólicos coincidentes con el hombre, pero estos también se difuminan en la descripción y en la evidencia... Y reza así:

Tildan mi rostro de grotesco y feo...
Ojos saltones, vivarachos, locos,
grandes y singulares como pocos:
risa sarcástica, perenne. Un reo

de mi semblante bufón me asientan
y mis largas patas hacen de resorte
que impulsa mis saltos como me inventan
acróbata increíble entre mi corte

de humedad, de río, de charca, lago,
laguna o lodazal de turbias aguas.
Mis brazos son más cortos y con vago
recuerdo de lo humano,
                                           acaban en una mano
con dedos y todo, claras fraguas
de la futura evolución humana.
Y nací cabezón y casi pez,
un renacuajo, mas una vez
de la cola se separaron
esos pies con elástica membrana
iguales a los que formaron
los patos como sus aves parientes
y que llevan también los hombres rana
por razones tan elocuentes,
rana me quedé y bufón de palangana

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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