Vivimos atrapados en nosotros mismos, nuestros fantasmas interiores (recuerdos de malos momentos muchas veces tergiversados por nuestra percepción al vivirlos desde determinadas emociones y obsesiones) que desfilan por nuestro subconsciente y aterrizan en nuestros sueños adquiriendo dimensiones ciclópeas y sabemos de nuestra interna prisión por cómo araña el subconsciente onírico y nuestros sentimientos instintivos nuestra conciencia y sabemos navegar en su licor narcótico que propicia chispazos de locura y de delirio, como sabemos que no podemos evitarlo porque forma parte de nuestra propia esencia que asoma y rezuma en nuestros actos y sensaciones conscientes. ¡Qué nadie piense en una relación simbiótica y directa entre la botella de vino evidente y la prisión que ahoga mis penas!... El símbolo es otro puesto que botella y líquido son uno mismo y las penas navegas pero no se ahogan, son el zumo de mis obsesiones en sí mismo. No ahogo mis penas en alcohol, solo muestro un símbolo inteligible de mis sensaciones.
Quizás por eso el zumo es denso y rojo de sangre pura y dura que es vivencia, que es dolor y que es latido permanente y mis sensaciones, hechas palabras van construyendo el tapón y la botella que conforman la prisión que me atrapa, verde vegetal como las vivas plantas que conforman mi selva interior de gritos... Su sombra negra se alarga buscando un imposible infinito pero conserva la oscuridad de los pozos y los abismos es que me sume. Si así es la imagen que conforma el caligrama, así son las palabras de mi poema que lo componen articulando tapón, botella, línea superficial del zumo de obsesiones y sombra dictatorial y tirana:
Vives en mi noche
lo mismo que cierras
la esencia de mi vida
do te pierdes...
O yo soy tu sueño
que apuñala mi espejo
y va clavando
su daga,
su aguijón venenoso
y va matando
mi tiempo
y estrangulando
mi espacio...
Vas inundando
mis recuerdos,
escribiendo mis pasos...
¿Quién te creo?
¿Quién te dio
la llave de mis sentimientos?:
Sé que no fui yo,
pero vivo
atrapado en ti
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
Los sentimientos, sensaciones y emociones; los goces y dolores y penas delirantes, las sensaciones surgen de su instante y de la percepción subjetiva del mismo, nuestra consciencia pude sentirlos, pero, ni puede dominarlos, ni puede construirlos, ni puede destruirlos y si los alimenta, difícilmente lo sabe... Surgen como las sombras y viven como los fantasmas interiores que son, como mucho, puede aspirar a silenciarlos o a enterrarlos en su realidad consciente, pero siquiera así puede matarlos... Encerrados en su ataúd, enterrados... pueden estar aletargados, pero están vivos y quién sabe qué, cómo, cuándo y dónde pueden volver a salir de sus criptas con un furor más hiriente y una fuerza y energías infinitamente más dañinas y corrosivas... Intenta no alimentar la carroña del suelo que los acoge: Es tu única opción plausible... ¡Y huye de ellos cuando sean terroríficos lobos hambrientos de ti!
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