Para cumplimentar la verdadera amistad con mi amigo Eduardo Rill, con quien comparto, además de la amistad, el gusto por la música, por el paisaje urbano y la Naturaleza, el gusta por la comida, los buenos vinos, el cine, la ecología, los animales, la contaculturalidad, la pintura y muchos más, como muchos viajes y veladas, en el día de su aniversario, que más que dedicarle un caligrama como, además le había prometido desde hace tiempo, qué más que acudir aquello que más nos une: La música que nos unió en el mundo que se forjó en los años 60, a la sombra de los rebeldes sin causa y halló en el rock, el soul, el blues, el jazz... su nexo de unión... Creamos nuestra rebeldía y contraculturalidad desde el hippismo y el mayo parisino del 98 y nos curtimos con la maravillosa música de 60, 70 (especialmente) y 80 (y en menor grado sus derivaciones de los 90). Cuando toda la música era maravillosa y tenía en las maravillosas guitarras de los George Harrison, Keith Ritchard, B.B King, primero como, sobre todo, los Carlos Santana, Alvin Lee, David Gilmore, John McLaughin, Johnny Winters, eric Clapton y tantos otros, como el espléndido Marc Knofler y sus Dire Streets aquí representado en mi dibujo.
Este dibujo es la base temática que se convirtió en pictograma caligramático, mi pictograma caligramático, con la fusión de mi poema, alusivo a aquellos maravillosos años de rebeldía, vida, esperanza y música para crear un mundo mejor:
Así glosa la letra del poema que lo conforma, alusiva a todo lo que daba esencia a la contracultura, al pacifismo, al ecologismo y a la música que conllevaba una identidad, una búsqueda o anhelo, en marcada rebeldía con el sistema y con todo lo establecido:
Llenaste tu vida de ritmos y sonidos,
rebelde sin causa en los tiempos agitados
de la guerra fría y los mundos enfrentados
del antisistema y el pacifismo unidos,
de la contracultura y el hippismo henchidos
de ecologismo audaz y sueños malparados
cuando aún Franco nos tenía controlados
y ardió París en mayo y todos los sentidos.
Con la música, la libertad nos llamaba
desde el mismo corazón de sus creadores.
Esos dedos eléctricos nos daban vida,
esos gritos con los que el alma se llenaba
de su esencia vital con aires redentores
que cerraban de la rutina gris su herida.
del Mundo, a disfrutar de toda su hermosura,
de la Naturaleza agreste y colorida.
Vivir a tumba abierta, sin freno ni brida
y de los placeres que borran la sutura
llevan el mensaje de huir de la locura
de la rutina y el poder que corrompida
tiene la sociedad que ahoga nuestra vida
y la hace de hastío, de cansancio y tortura.
Trenzan las notas de una guitarra doliente
los mismos latidos del pulso de su dueño
y un órgano demencia planta una simiente
al huracán tozudo del bajo y su sueño
y es la batería el martillo de su verso
que hará la voz armonía del Universo.
Lo que sentimos con su música divina.
Esa que arrastra tus pies y que camina
y hace del tedio, cielo, y de su voz, el clima
que ha de llevarnos al lugar de nuestra estima,
al Edén que en la palabra y la canción se adivina
que enclavan en la Paz y Naturaleza su cima.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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