La imagen muestra el caligrama de un coatí sobre la rama de un árbol pelado. Solo el coatí centra el poema y lleva el caligrama, el resto es puro dibujo... El poema, mi poema que compone el caligrama hace referencia a su parentesco ancestral con los humanos. El animal es un conocido ladrón de huevos de ave o de cocodrilo como un genuino Caco de la Naturaleza y eso es lo que la da el sentido tópico y simbólico que lo relaciona directamente con el ser humano, otro ladrón que se apropia de lo ajeno y, lo que es peor, lo cree suyo y se cree con derecho a ello como ser supremo de la Naturaleza, convencido de que Dios, invención humana, hizo el Mundo para él... Por eso ha secuestrado la Naturaleza de la Tierra y la explota y arrastra hacia la desaparición sin importarle gran cosa a un ser ambicioso y egoísta que solo es capaz de ver lo que tiene ante las narices y en su provecho único... El poema reza así:
Robó el ladrón los huevos de la vida,
rapaz como sus hijos inhumanos,
después, sus nietos, atados de manos,
volvieron al origen de la herida.
Sobrevivir en la selva que, dormida
en la rutina crece como alguna
de las sombras nacidas de la hambruna,
a bocados de furia maldecida,
fue el precio proyectado hacia el futuro,
el pozo y el abismo insuperable
que, siglo tras siglo, forjó de oscuro
la huella, nuestra huella comprobable
que, en nuestra ambición y odio, se muestra,
forjando en la mentira su maestra.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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