Claramente un pictograma caligramático, el dibujo de un viejo ordenado contiene un poema que versa sobre sí mismo y las tecnologías digitales y de cómo éstas se han convertido tanto en un vínculo con todo tipo de saberes y diversiones como la forma prioritaria con la que el Sistema integra a tod tipo de individuos incluidos los más radicalmente opuestos a él, convirtiéndolos en antítesis de su propia ideología e idiosincracia.
El modelo antiguo simboliza el vínculo a la tradición mecánica y mecanicista mediador mutante que se hace a sí mismo mientras se destruye conformándose en un continuo transformador de sí mismo. El vínculo a la idea inicial de internet metamorfoseada por el tiempo y los avances científicos capaz de fusionar invisible a todos los que participan de él en el Sistema siendo, a la par, conscientes e inconscientes de ello.
El poema se integra allí donde el visor y el disco duro toman forma de la memoria colectiva en la que el Sistema nos integra en una cultura común mientras borra nuestra propia cultura y nuestra mente y versa así:
Barcaza sobre un mar frío y madera,
partido en dos mi seso y cuanto ordena,
cordón umbilical a un ojo inmenso
que pregona el saber y cuanto se juega,
todo cuanto se ve y cuanto se crea
en el mundo para hacerlo algo intenso
que conozca de sí cuanto en él existe.
Y si alguno, a su poder, va y se resiste,
culebreando por mi mar le busco un nexo
y un amor en que vivir como contexto
y lo hago mi piloto cual un quiste,
prolongación de mí y de mi condena
y con ella a mi dios, que es el Sistema.
MANUEL MMILLÁN CASCALLÓ