viernes, 29 de abril de 2011

ESPEJO DE CIUDAD

Entre el caligrama y el pictograma caligramático, la imagen del poema muestra un edificio urbano, equiparable al de cualquier ciudad del mundo y como elemento representativo del mundo actual como de la sociedad occidental en sí misma. Las letras que componen el poema, a la clara luz solar del día, se muestran atrapadas en los cristales que componen la fachada acristalada del mismo en equiparación simbólica a la de sus propios habitantes, igualmente presos de sí mismos, de la ciudad, de la realidad que viven y de su propio entorno.

A la sombra o a la luz del día; en clara transparencia o en penumbra, el poema grita su angustia vital al mundo que lo contempla en una soledad tan inhóspita como la del propio edificio.

El poema, reza así:
Desde tu prisión de cristalinas rejas,
la alucinación de bosques y palmeras
que oculta el acantilado de edificios
y la red de asfalto que cubre las quejas
de los habitantes a quien desesperas,
del pueblo millonario en penas y oficios,
preso de tus artes y arcanas calderas.
Ignoran tu infierno tras de escaparates
y viven el sueño de tu ambiguo nexo.
Tu bella paz de diseño esconde tus zarpas,
las cadenas que niegas tras los dislates,
tu engañoso espejo cóncavo-convexo,
tu asesina sirena tañida en arpas,
imán de navegantes de todo sexo
y tus fauces de caníbal bajo techo,
disfrazando tu verdad de ogro maltrecho

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

1 comentario:

yguana rosa dijo...

¡Manuel! Intentando entrar al blog donde escribo, he llegado al suyo.
¡Qué gusto me ha dado leerlo!

Al transitar por sus letras, visiones, lineas me pierdo por diferentes realidades que me gusta explorar.

Este espejo de ciudad no estaría completo sin esa palmera, unos de los emblema, para mi, del hedonismo actual...