El caligrama presenta la carátula de mi poemario del mismo nombre así como el poema contenido en el mismo. Representa dos niveles diferenciados, por una parte, el recuerdo idealizado de uno de mis primeros amores, explosivo en todos los sentidos (y anterior al verdadero amor que, con Marta, concluyó en el matrimonio), en este caso con una mujer exhuberante y explosiva, tanto como dañina y letal, una verdadera femme fatale, y, por otro, en paralelismo antitético a los clásicos tópicos renacentistas, un modelo tópico y platónico femenino más acorde con la mujer actual, descrita a semejanza de una clásica descriptio puellae que, asimismo, deja precisamente más claro y meridiano la antítesis con el modelo tópico que éste preludiaba).
Si el modelo clásico de donna angelicata, que el trecento italiano plasmó hacia un amor platónico angelical, de mujer divina y perfecta, un ser superior, ingenuo, frágil, de belleza armónica digna de ser contemplada, admirada y deseada, pero nunca besada, ni poseída, cuya descripción característica, la descriptio puellae, nos la describían como rubia, de piel pálida, cabellos rubios de oro, ojos azules y uello delicado y estilizado, de cisne y, cuyo cuerpo desaparecía más allá de éste y nos fue representada a partir de dos modelos básicos, la Beatriz de Dante Alighieri, divinización de una mujer real, conocida y tratada por el poeta, pero inalcalzanble, pues estaba casada con otro hombre y él con otra mujer; y la platonización absoluta, la Laura de Francesco di Petrarca, que basándose en una mujer real a la que conoció en una úníca visión en una iglesia, pero a la que nunca trató, creó una divinización perfecta y literaria de esa mujer ángel (modelo que lo neoclásicos readaptaron literariamente, en contraposición con las cortesanas sofisticadas y nobles de la época, altivas, sofisticadas, pero muy dadas a los juegos amorosos y a los devaneos amorosos ocultos). Y con ello redescubren las bellas y armoniosas vestales clásicas (bellas y armónicas, pero inocentes, pudorosas, castas y elegantes...: virginales)
Si este modelo clásico resultó de una metamorfosis que divinizó un modelo similar, el de la belle damme sans merci (la bella dama desagradecida), pero convertido en una mujer de hielo por el amor cortés, bajomedieval, en contraposición al modelo inicial del amor cortés, tan sólo una bella dama de clase principal (noble de alta alcurnia, de mayor nobleza y posición que el trovador que le dedicaba el poema) que se situaba en posición superior al del poeta y a la que se admiraba y deseaba y cortejaba con delicadeza y a la que se la adulaba y piropeaba (galanteo y cortejo) con canciones y, respecto a la cual se concebía como ama y señora, del amor y del trato, por lo que el poeta se situaba, respecto a ella como siervo y vasallo de lo que la complaciese (si aceptaba el amor, los amantes se trataban de amigos para esconder públicamente la relación)... más humana, que, con la belle damma sans merci, se convertía en una mujer fría, distante y altiva que despreciaba el amor de sus galanes y sus adulaciones.
Si el Barroco mantuvo la donna angelicata, pero añadió a ésta dos modelos más humanos, la sensual, pasional y ardiente morena (de piel y de cabello), prototipo de la mujer mediterránea, que despertaba un amor apasionado y no por ello menos digno de ser mantenido vivo más allá de la muerte, e incluso añadió modelos antitéticos, como el hombruno y dominante de la Aldonza cervantina, una fembra hispánica...
Si la donna angelicata del neoclasicismo añada a los rasgos físicos y psicológicos un racionalismo (en realidad puritano y más de apariencia que de convicción), acercándolo a la mujer germana o nórdica.
Y han de ser los románticos quienes a los modelos anteriores, mantenidos todos ellos, creen definitivamente la femme fatale, tan sensual como fría y calculadora, un versión femenina del Don Juan, que rompe corazones, se aprovecha de los hombres y hasta vive de ellos pero no se enamora de ellos sino que hasta los utiliza, pero, que a la vez muestra una sensualidad descarada y evidente... (y de la que derivarán las posteriores vampiresas, tigresas, mujeres pantera, mujeres de fuego, como las lolitas, damas de las camelias y hasta las viudas negras posteriores... Muchas de ellas propias ya del siglo XX)... Lo mismo que inventó mujeres divinas, musas, puras entelequias imaginarias de los personajes o del propio autor y que, sin duda serían la platonización pura de la mujer inalcanzable...
Los realistas acercaron la sensualidad a la documentación de la misma y los naturalistas, definitivamente a la pasión sexual sin paliativos para que los vanguardismos (especialmente el surrealismo) nos descubriesen los rincones prohibidos que el subconsciente reservaba al sexo como algo tan deseado como prohibido y soltasen la fiera de una forma más simbólica y metamórfica que la que la realidad muestra y para que sea el subconsciente quien haga su verdadera lectura, fundamentándose en la sugerencia y su narración subjetiva onírica...
Con ello, la puerta quedaba realmente abierta a la mujer cuerpo que el cine y la fotografía (y posteriormente la fusión de la música con la imagen en los vídeos musicales)...
Las Marilyn Monroe, Ava Gardner, Jane Mansfield... Sofia Loren, Claudia Cardinale, Gina Lollobrígida... Raquel Welch, Ursula Andress... y tantos y tantos cuerpos no dejan lugar a otros tópicos de mujer que, prescindiendo de su combinación o no con el intelecto (que, más allá de que, sólo aquellos que son capaces de ver su belleza, nadie puede ignorar ni dejar de valorar) aquellos que comienzan a partir de una mujer de cuerpo deseable y perfecto en sus formas. Un cuerpo atractivo y hasta explosivo , espectacular e hipnotizador y que, más aún, mencionar un tópico de mujer (visto desde el subjetivo masculino, pero amparado también en propio cuidado femenino del mismo) que prescinda de él sea, a día de hoy, imposible (no tanto porque lo sea realmente sino porque la propia mujer ha avalado el modelo obsesionándose con el cuerpo perfecto, tanto que ha traspasado al hombre, en general, la obsesión por tener un cuerpo bello y deseable).
Esto es lo que muestran caligrama y poema, la idealización de un modelo femenino tópico platonizado, fundamentado en un cuerpo explosivo, idealización del de un ser real literalizado.
El poema reza así:
Divina ensoñación te apareciste,
pantocrator de hipnótica belleza,
altar de Venus tu hipnótica cabeza,
como tu cuerpo, imán con que naciste.
Tu azabache melena retorciste,
poblada con sensual delicadeza,
al brillo de tus ojos, con presteza,
de calcedonia negra que desviste
el frío con su llama ardiente y presta.
Esa morena piel todo pasión
me arrastra hacia tus dulces labios rojos,
el abismo de tu boca maestra
y el largo cuello atrae la razón
donde la vista es ya imán de tus ojos.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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