El caligrama reincide sobre la cibernetización de los humanos que poblamos la sociedad urbana y capitalista actual. Convertidos en automatismos compulsivos de la misma, saboreamos la urgencia del sinsentido de una sociedad más preocupada del consumo que de la supervivencia y de esta última por encima de la vivencia, de la percepción de que vivimos lo que vivimos y no somos arrastrados por la Realidad que nos acucia, incapaces de gobernar nuestra propia vida y sumidos en nuestro cuerpo, somos un barco a la deriva en manos del ahora y del entorno que habitamos, títeres del azar, náufragos del mundo globalizado y sus disquisiciones caprichosas pensadas para satisfacción de los dueños caprichosos del capital y súbditos de estados que sólo piensan en mercados globales y economías abstractas que en nada nos importan pero en todo nos afectan.
El escueto poema que lo integra en cuerpo y sombra dice así:
Andan a nuestro gusto,
prodigios del destino,
los brazos del azar
son caprichosos
anudando el destino.
La voz de nuestro presente
es un capricho ambivalente,
el resto es
una sombra ambivalente
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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