El caligrama retrata al hombre que la opulenta sociedad occidental, desde el poder todopoderoso del capital desea, y con ello me retrata en su piel: un perro fiel, obediente y leal que acata sin chistar las órdenes de su amo en el poder. Un perro cibernético, dos veces fiel, autómata que sigue instrucciones no sólo sin cuestionarlas sino sin opción alguna a hacerlo, pues su cerebro, lavado, construido y automatizado por el poder a través de la televisión, de la prensa, de internet, no tiene otra visión que la que sus entes de sistema le suministran. No puede así plantearse crítica alguna sin que sus alimentadores de información le suministren elementos críticos ni contradictorios, ni puede rebelarse contra el sistema que le rige porque forma parte del sistema en sí mismo.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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